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LA PAZ: TRAGEDIA, OMISIÓN Y DERROCHE EN PLENO LUTO CIUDADANO   * La Paz en duelo y una alcaldesa ausente: Guerrero Sánchez prefiere la f...

viernes, 12 de septiembre de 2025

LA PAZ: TRAGEDIA, OMISIÓN Y DERROCHE EN PLENO LUTO CIUDADANO

 

* La Paz en duelo y una alcaldesa ausente: Guerrero Sánchez prefiere la fiesta al luto ciudadano

 

Por: EXPEDIENTE SECRETO

 



Los Reyes La Paz, Estado de México, 12 de septiembre de 2025.– La explosión de una pipa de gas ocurrida el pasado 10 de septiembre en el Puente de la Concordia, con saldo hasta hoy de 94 víctimas, ocho de ellas mortales, no solo dejó escenas de dolor y desesperación; también exhibió la crudeza de un sistema de salud sin recursos y la indolencia política de autoridades locales, particularmente de la alcaldesa morenista de Los Reyes La Paz, Martha Guerrero Sánchez.

 

Mientras al lugar acudieron la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada Molina, la alcaldesa de Iztapalapa, Aleida Alavez Ruiz, y el secretario de Seguridad Pública capitalino, Pablo Vázquez Camacho, la gran ausente fue justamente la presidenta municipal del territorio colindante donde se registró la tragedia. Guerrero Sánchez brilló por su ausencia y, más aún, por la falta de brigadas o apoyo institucional de su administración hacia las víctimas.

 

En los videos y fotografías que circularon en redes sociales, no aparece ni un solo grupo de auxilio enviado por el Ayuntamiento de La Paz, pese a que entre los fallecidos se encontraban vecinos de este municipio. Destaca el caso del profesor Eduardo Noé García Morales, de la Preparatoria Oficial 327, quien murió atrapado entre las llamas dentro de su vehículo. Sus alumnos llegaron al lugar para dejarle flores, en un gesto que contrastó con la indiferencia oficial.

 

Otro caso estremeció a la comunidad: Misael, quien viajaba con su hija Estefany rumbo a Los Reyes La Paz, perdió la vida en el acto. La menor, gravemente herida, fue trasladada a un hospital que, como tantos otros, carecía de insumos suficientes para atender quemaduras de esa magnitud.

 

La ciudadanía, como ha ocurrido en otras tragedias, fue quien tomó las riendas de la solidaridad: agua, café, pan, ropa y medicamentos fueron llevados por vecinos anónimos para apoyar a médicos y enfermeras que, sin descanso, luchaban por salvar vidas en condiciones adversas. Mientras tanto, la alcaldesa Guerrero Sánchez ni siquiera se dignó a pedir un minuto de silencio en memoria de las víctimas.

 

Y, sin embargo, el contraste es brutal: el próximo 15 de septiembre, la edil prepara un derroche de recursos en festejos patrios, con banquetes, música y grupos contratados que costarán millones al erario. Para la presidenta municipal, el “grito” no puede faltar, aunque la tragedia aún retumbe en los hogares enlutados de La Paz y la región.

 

La tragedia en el Puente de la Concordia no solo destapó el pésimo estado de la infraestructura hospitalaria y la doble victimización de los heridos, quienes además de enfrentar el dolor de las quemaduras sufrieron la escasez de medicamentos y material médico. También evidenció la ausencia política y moral de quienes juraron gobernar para servir, pero que en los hechos se esconden cuando más se les necesita.

 

Hoy, la ciudadanía no solo está de luto: exige justicia y rendición de cuentas. Exige saber por qué un municipio entero quedó sin representación en el momento de la emergencia. Exige que la alcaldesa Martha Guerrero Sánchez explique dónde estaban las brigadas municipales, los equipos de apoyo y la autoridad que debió dar la cara frente a la tragedia.

 

Porque mientras los ciudadanos ponen de su bolsillo para comprar medicamentos y salvar vidas, la presidenta municipal se prepara para gastar millones en una fiesta. Y esa no es solo una falta de respeto: es una afrenta a la memoria de las víctimas y una traición al pueblo que gobierna.

 

La Paz merece respuestas, no excusas. Merece solidaridad, no indiferencia. Y merece gobernantes que estén a la altura del dolor de su gente, no autoridades que prefieran esconderse detrás de la música y el derroche mientras su pueblo llora.

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