TRAS LOS MUROS DEL NEZA-BORDO FLORECE EL ARTE: INTERNOS CELEBRAN EL DÍA DE MUERTOS CON CREATIVIDAD Y ESPERANZA
* Con ofrendas, murales y catrinas elaboradas durante 20
meses, personas privadas de la libertad transforman el encierro en un espacio
de expresión y redención
Por: EXPEDIENTE SECRETO
CIUDAD NEZAHUALCÓYOTL, Estado de México, 1 de noviembre de
2025.– Detrás de los muros grises del Centro Penitenciario y de Reinserción
Social de Nezahualcóyotl, conocido como El Neza-Bordo, la vida cobra color.
Entre aserrín, papel picado y catrinas de cartón, personas privadas de la
libertad prepararon con emoción una gran celebración del Día de Muertos que,
más allá de una tradición mexicana, se ha convertido en una experiencia de
libertad interior.
Durante meses, las manos de 250 internos trabajaron con
paciencia y entrega para levantar una ofrenda monumental. En cada detalle hay
historias, sentimientos y anhelos: tapetes de colores hechos con aserrín,
figuras de cera, murales, catrinas y calaveras que parecen reírse del encierro.
Cada pieza refleja el talento y la sensibilidad de quienes, a pesar de su
situación, encontraron en el arte un refugio y una nueva forma de ver la vida.
“Aunque estén presos, se sienten libres cuando crean”, comenta
uno de los talleristas que ha acompañado el proceso. Muchos de los internos
descubrieron por primera vez su gusto por el arte dentro del penal. “No sabían
que podían pintar, moldear o imaginar. Y cuando lo hacen, algo cambia: se
reconocen, se valoran”, agrega.
El proyecto, que se preparó durante 20 meses, forma parte del noveno
Concurso Estatal de Ofrendas Penitenciarias, una iniciativa que impulsa la
expresión cultural y el desarrollo humano dentro de los centros de reinserción
del Estado de México.
En esta edición, los internos contaron con el apoyo de jóvenes
artistas del grafiti, entre ellos Pedro Scort, quien asegura que al interior
del penal “hay mucho talento, solo hace falta creerlo y explotarlo”. También
participó John Robert, artista brasileño, quien expresó su emoción por
colaborar en el mural con los internos: “Para mí ha sido una experiencia
increíble. No vengo de México, pero aquí he aprendido que el arte no tiene
fronteras. Enseñar y ver florecer su talento es un regalo”.
Para muchos reclusos, esta experiencia ha significado un
respiro en medio del encierro. “El arte nos da algo que no se puede encadenar:
la libertad de sentirnos útiles y capaces”, comenta uno de los participantes
mientras observa la ofrenda terminada.
Hoy, el ambiente en el Neza-Bordo se siente distinto. Las
paredes parecen menos duras, el aire más ligero. Detrás de cada obra hay una
historia de esfuerzo, redención y esperanza. Y aunque los barrotes siguen ahí,
en el corazón de quienes crean, la libertad ha empezado a brotar.

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