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viernes, 28 de noviembre de 2025

BLOQUE NEGRO, VIOLENCIA CALCULADA Y GUERRA INTERNA EN MORENA DESATAN LA PRIMERA GRAN GRIETA DEL OBRADORISMO EN LA CAPITAL


* Provocación orquestada, represión consentida y fuego amigo: el 15 de noviembre exhibe la ruptura del poder y la incapacidad de contención del gobierno capitalino

 

Por: EXPEDIENTE SECRETO

 


CIUDAD DE MÉXICO, 28 de noviembre de 2025.– Las cámaras los captaron desde las diez de la mañana del pasado 15 de noviembre. Entraron al Zócalo sin ocultar su intención: reventar la marcha y provocar al cuerpo policiaco apostado para resguardar Palacio Nacional. No eran manifestantes. Eran operadores de un acto de choque. Algunos embozados, otros cínicamente descubiertos. Y desde ese primer momento –según análisis de inteligencia consultados por diversos medios de comunicación– quedó claro que su única misión era detonar la confrontación y construir, desde la violencia, el escenario perfecto para acusar al gobierno de represión.

 

No se trató de activismo político ni de expresión de inconformidad. Fue una acción táctica. El bloque negro que actuó el pasado 15 de noviembre es el mismo que el 2 de octubre saqueó negocios y joyerías; expertos señalan que está mucho más vinculado a intereses de presión política que a colectivos con causa social. A diferencia del bloque que acompaña marchas feministas –cuyo objetivo es el señalamiento público– este llegó con herramientas de demolición, cuerdas industriales y adoquines arrancados del suelo para enfrentar a la policía durante casi dos horas.

 

El mensaje era evidente: provocar la imagen del autoritarismo en el gobierno de Clara Brugada y exhibir a la policía encabezada por Pablo Vázquez como brazo represor. Lo lograron. Las imágenes circularon por medios internacionales, alimentando el discurso de una ciudad gobernada con soberbia, intolerancia y un sesgo autoritario que Claudia Sheinbaum ha proyectado con sus constantes arrebatos.

 

Pero lo más grave no está en la violencia callejera, sino en lo que revela: la guerra interna que ya estalló dentro de Morena. Según advierte el periodista Mario Maldonado, la estrategia contra Brugada no proviene de sus adversarios tradicionales, sino del ala más radical del obradorismo, encabezada por Martí Batres, César Cravioto y Jesús Ramírez, interesados en dinamitar cualquier vestigio del gobierno anterior. Los mismos que frustraron la llegada de Omar García Harfuch a la jefatura de gobierno y que ahora intentan arrinconar políticamente a Vázquez y al sector moderado.

 

La pregunta que ni el gobierno capitalino ni el informe oficial responden es inquietante: ¿quién ordenó movilizar un grupo de choque tan entrenado para retirar vallas con sierras eléctricas, atacar con coladeras arrancadas del suelo y derribar estructuras metálicas? ¿Quién instruyó a las fuerzas de seguridad a abandonar el protocolo de contención, permitir el avance y, finalmente, desatar una golpiza indiscriminada donde resultaron agredidos ciudadanos que marchaban pacíficamente desde el Ángel?

 

El especialista Alberto Capella interpreta que el propósito fue impedir que el Zócalo se llenara y así mostrar la debilidad de la llamada “marcha de la derecha”. Una puesta en escena para reforzar la popularidad presidencial. Puede ser. Pero el trasfondo parece mucho más peligroso: el 15 de noviembre representó la primera exhibición pública de la fractura del movimiento tras la salida del caudillo, que, como jugador de béisbol, no interviene frente al público, pero sigue enviando señales desde la sombra. Señales que dejan claro que, cuando lo considere necesario, volverá al terreno… aunque para entonces la batalla ya esté en marcha.


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