“MARTHA GUERRERO MAQUILLA CON MARIMBA EL ABANDONO
DE LOS ADULTOS MAYORES EN LA PAZ”
Por: Expediente Secreto
El DIF reunió a unos 300 asistentes en el Centro de Artes y
Oficios “Carmen Serdán Alatriste”, en su mayoría integrantes de clubes
registrados oficialmente. Sin embargo, esa cifra contrasta con la inmensa
población de adultos mayores que quedó fuera del festejo: los que sobreviven
con pensiones miserables, los que mendigan en los mercados o los que esperan
horas en clínicas sin recibir medicinas ni atención médica.
En representación de la alcaldesa, el secretario del
Ayuntamiento, Sotero Vergara Benítez, declaró que los adultos mayores “son
pilares fundamentales del tejido social”. Pero en la vida diaria, la
administración municipal no ha construido un solo centro geriátrico, no ha
implementado programas de atención integral ni ha garantizado medicamentos para
enfermedades crónicas. Lo que sí ha hecho es gastar en un evento con marimba,
comida y fotografías oficiales.
El festejo, animado por el grupo Son de Veracruz, sirvió más
como escaparate propagandístico que como un reconocimiento real. El DIF de La
Paz se ha convertido en una vitrina política de Martha Guerrero, que prefiere
invertir en espectáculos mediáticos antes que enfrentar los problemas
estructurales de la vejez en el municipio.
En colonias como Lomas de San Sebastián, Tecamachalco o Valle
de los Reyes y sobre todo en la cabecera municipal es común encontrar a adultos
mayores pidiendo limosna, vendiendo dulces o sufriendo el abandono de sus
familias, una imagen que desnuda el doble discurso del gobierno morenista.
“Hoy nos dieron un plato de comida, pero mañana seguimos igual
de olvidados”, resumió uno de los asistentes.
Con cada festejo, la alcaldesa Martha Guerrero pretende lavar
la cara de su administración y construir una narrativa de sensibilidad social
que no corresponde a la realidad. Los adultos mayores de La Paz no necesitan
marimba ni rifas: necesitan medicamentos, programas contra el abandono y una
vejez digna.
Lo ocurrido el pasado 30 de agosto no fue un homenaje: fue un
acto de propaganda. Y lo más grave, fue la utilización política de los adultos
mayores como botín electoral y carne de cañón rumbo a las próximas elecciones.
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