FERNANDITO, UN CASO QUE INDIGNA; MARTHA GUERRERO, EXHIBIDA
Por: Expediente Secreto
LA PAZ, Méx.- La muerte de Fernandito «N», un niño de apenas
cinco años, no es solo un crimen atroz. Es la radiografía de un municipio
hundido en la miseria, gobernado por la morenista Martha Guerrero Sánchez,
donde la corrupción, la indiferencia institucional y el abandono social se
entrelazan hasta convertirse en una condena de muerte para los más vulnerables.
LA TRAGEDIA
Todo comenzó el 28 de julio de 2025, cuando Fernando fue
arrebatado a su madre, doña Noemí, por una deuda absurda en cantidad, pero
devastadora en consecuencia: mil pesos. Los agresores, una familia compuesta
por padre, madre e hija, le aseguraron que «tomarían al niño en prenda» hasta
que pagara. En un municipio funcional, la madre habría acudido de inmediato a
las autoridades.
Pero en La Paz, la historia es otra: nadie confía en la
policía, ni en la fiscalía ni el gobierno municipal. Noemí, la madre, hizo lo
que hacen muchos ciudadanos desesperados: suplicar a los captores la liberación
de su hijo. Durante días enteros fue y vino al domicilio de los agresores. Cada
vez recibía una excusa distinta: «No está», «Se lo llevó un tío». El 4 de
agosto, cuando las autoridades finalmente actuaron, Fernando ya estaba muerto.
FUNCIONARIOS SOLO DE ADORNO
El viacrucis de Noemí comenzó en el DIF municipal donde fue
recibida por la procuradora Korina Corona García, hija del exalcalde perredista
Agustín Corona Ramírez. La funcionaria lejos de ofrecer ayuda, la ignoró. El
siguiente paso fue acudir a la Fiscalía General de Justicia, en Los Reyes La
Paz.
Allí, el jefe de la Unidad de Averiguaciones Previas, de
nombre Óscar Paulín también la ignoró. Le respondió con cinismo: «No tengo
tiempo, voy a un cateo». Pasaron días de angustia antes de que la policía se
presentara en el domicilio de la colonia Ejidal El Pino, en calle Carmen
Serdán, manzana 36, lote 07. El ingreso solo fue posible porque el dueño del
inmueble autorizó la entrada. En el interior hallaron el cuerpo de Fernandito
dentro de unas bolsas blancas, envuelto en una sábana amarilla, en avanzado
estado de descomposición.
LA EVIDENCIA
El dictamen de necropsia fue demoledor: Fernandito tenía la
clavícula derecha rota, ambos brazos fracturados, marcas de amordazamiento y
señales de haber sido maniatado. La causa de muerte: traumatismo
craneoencefálico severo, producido por golpes con un objeto pesado,
posiblemente un martillo. Según los peritos, murió entre el 28 y 29 de julio,
días antes de su hallazgo. Tres personas fueron detenidas: Lidia «N», de 40
años; Ana Lilia «N», de 18 años y Carlos «N», de 56 años. Pese a sus
declaraciones, que intentaban matizar los hechos, el juez del caso confirmó que
las pruebas eran contundentes y que la madre había rogado en repetidas
ocasiones la devolución de su hijo sin éxito.
SHOW POLÍTICO Y MANIPULACIÓN
El escándalo trascendió
fronteras. El domingo 10 de agosto, la gobernadora Delfina Gómez Álvarez y la
alcaldesa Martha Guerrero Sánchez visitaron a la madre, cargando despensas y
promesas de «apoyo total». Poco después, algo cambió: Noemí renunció a su
abogada Fabiola Villa para aceptar la representación de un supuesto «asesor
jurídico» del ayuntamiento de La Paz, un individuo de nombre Ramón Flores
Buendía, quien se desempeña como secretario particular de la alcaldesa. El
problema: que la ley no le permite litigar por ser servidor público. La
maniobra dejó a la vista una intención más de control político que de justicia
real.
CORRUPCIÓN CON NOMBRE Y APELLIDO
Es un secreto a voces que Oscar Mendoza Paulin es el funcionario
que desprecio y cerró la puerta a la madre de Fernandito. Este servidor público
no es un desconocido para los vecinos de La Paz. Mendoza Paulín es señalado de
actuar como «dique» para frenar investigaciones contra oscuros personajes del
hampa como es el caso del desaparecido Emilio Elizalde Servín, quien fuera
ejecutado el 21 de abril de 2024. En vida el peligroso hampón presumía pagarle
50 mil pesos mensuales a Mendoza Paulín, «El Papá Oso», para detener cualquier
denuncia en su contra. Otro hampón que también se movía con total impunidad
gracias a la protección del «Papá Oso» fue José Luis Díaz Ramírez, alias el
«Mimoso», individuo que hace algunas semanas fue detenido y quien actualmente
se encuentra recluido en el penal de Santiaguito. El «Mimoso», ex presidiario,
contaba con numerosas carpetas de investigación en su contra por invasión de
predios, extorsión y despojo, pero misteriosamente siempre eran archivadas en
la fiscalía donde manda Oscar Mendoza Paulin. La propia presidenta Claudia
Sheinbaum, en la «Mañanera del Pueblo» del pasado 11 de agosto pidió cambios
urgentes en la Fiscalía mexiquense para que tragedias como la del niño
Fernandito no se repitan. De ahí que sería saludable que Mendoza Paulín, el
«Papá Oso» fuera removido del cargo o dado de baja de la institución encargada
de impartir justicia porque su presencia apesta en el municipio.
UN GOBIERNO SIN ESTRATEGIA
La desconfianza hacia
la policía municipal es total. El titular de Seguridad Pública, el
contralmirante Eduardo Fouilloux Bataller, ni siquiera ha presentado sus
exámenes de control y confianza. El pueblo, indignado, se pregunta: ¿Cómo puede
un funcionario que teme evaluarse ofrecer seguridad a la ciudadanía? Mientras
tanto, se acumulan denuncias de corrupción, abusos y omisiones, pero en el
palacio municipal la prioridad parece ser proteger el cargo y la imagen de la
alcaldesa Martha Guerrero Sánchez. Incluso cuando se anunció el despido del
titular del DIF, Mario Cristalinas, vecinos afirman que sigue cobrando sin
presentarse a trabajar, presuntamente con la venia de Guerrero Sánchez.
El caso de Fernandito no es aislado. Es el síntoma de una
enfermedad social y política que corroe las arterias de La Paz: miseria,
abandono y corrupción. Aquí, un niño puede morir por una deuda de mil pesos y
la respuesta institucional es un comunicado y una foto entregando despensas.
En redes sociales, vecinos preguntan lo obvio: si el gobierno
municipal no puede garantizar la vida de los más vulnerables, ¿Para qué sirve?
La muerte de Fernandito es un recordatorio brutal de que, en La Paz, la vida de
un niño vale menos que el silencio de un funcionario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario