ESCUELAS DEL CRIMEN: LAS CÁRCELES DEL EDOMEX SIGUEN BAJO CONTROL DEL NARCO, PESE A LA “LIMPIA” DE DIRECTORES
*Pese a la destitución de directores penitenciarios por nexos
con el narco, las cárceles del Edomex siguen siendo centros de corrupción,
extorsión y poder criminal, protegidos por el silencio institucional.
Por: Redacción.
Toluca. Estado de México, 7 de agosto de 2025.- En una
declaración que más parece un intento de lavarse la cara que de rendir cuentas
reales, el secretario de Seguridad del Estado de México, Cristóbal Castañeda
Camarillo, reconoció que más del 50% de los directores penitenciarios de la
entidad fueron destituidos por sus presuntos vínculos con organizaciones
criminales como La Familia Michoacana, el Cártel Jalisco Nueva Generación y el
grupo Nuevo Imperio.
“La reinserción no puede construirse desde estructuras
corruptas”, afirmó con solemnidad. Pero más allá del discurso, la realidad
carcelaria en Edomex sigue siendo un caldo de cultivo para el crimen organizado
y un negocio millonario para funcionarios corruptos.
Porque aunque Castañeda presume una nueva “estructura
operativa”, la verdad es que las cárceles siguen funcionando como auténticas
sucursales del narco, donde la extorsión, el tráfico de droga, la venta de
comida y la violencia son moneda corriente. Y lo peor: todo ocurre con la
complicidad de quienes deberían garantizar orden, seguridad y el respeto a los derechos
humanos.
Las prisiones mexiquenses operan a casi el 200% de su
capacidad, en condiciones de hacinamiento brutales. A diario, los familiares de
los internos son extorsionados con cuotas para poder visitarlos o ingresar
alimentos. Se venden privilegios, se alquilan celdas, se negocia hasta el
silencio. Y todo esto ocurre bajo la mirada y con la participación de los
directivos penitenciarios. ¿No se enteran? ¿No se dan cuenta? ¿O simplemente no
les conviene hacer nada?
Una estructura podrida que llega hasta arriba
Fuentes cercanas al sistema penitenciario aseguran que los
criminales pagan cantidades millonarias para mantener el control dentro de las
cárceles, dinero que fluye hacia los directores… y más arriba. Porque nadie
entrega millones sin protección. ¿Hasta dónde llegan esos sobornos? ¿Hasta el
despacho del secretario de Seguridad? ¿Hasta la oficina de la gobernadora
Delfina Gómez? La pregunta no es escandalosa: es lógica.
Cristóbal Castañeda colocó a gente de su confianza tras la
supuesta limpia, pero los resultados siguen siendo desastrosos. Los delitos, como
el cobro de extorsiones continúan operando desde las cárceles hacia el
exterior, los grupos criminales se fortalecen desde adentro y la reinserción
social es un mito cruel en un sistema donde solo prospera la ley del más
corrupto.
Y mientras tanto, la gobernadora morenista Delfina Gómez
guarda silencio. No hay una estrategia seria de transformación penitenciaria,
no hay seguimiento a las denuncias de corrupción, no hay sanciones ejemplares.
Solo boletines y declaraciones vacías.
¿Quién renunciaría a ese negocio?
Controlar el crimen organizado en el Estado de México es
imposible sin controlar las cárceles. Porque el narco no solo opera fuera,
también gobierna dentro. Y no lo hace solo: lo hace de la mano de funcionarios,
custodios, directores y autoridades que han convertido las penitenciarías en
verdaderas escuelas del crimen y cajas chicas del poder.
Por eso la pregunta es inevitable: ¿Si es cierto que Cristóbal
Castañeda y Delfina Gómez obtienen ganancias millonarias por concepto de la corrupción
al interior de las cárceles, estarían dispuestos a renunciar a los millones que
deja ese control? La respuesta es clara, claro que no.
Porque el negocio del crimen no solo está en la calle. También
está en los barrotes. Y tiene socios en el gobierno, quienes “alegremente y sin
ninguna repercusión reciben cantidades millonarias de dinero” que aparentemente
nadie se da cuenta.
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