NQUISICIÓN, CENSURA, Y PAZ CON EL SICARIATO
Por: Juan Pablo Becerra-Acosta M.
Dos temas.
Columna publicada, 19 de julio de 2025.- Uno. ¿Qué se
puede negociar con el crimen organizado? ¿Qué sería viable pactar con los capos
en aras de conseguir la paz en las regiones más devastadas por las guerras
narcas, y en las zonas más explotadas por esa hacienda paralela que
representa el cobro de piso? ¿Qué puede negociar la Iglesia católica mexicana
con el sicariato que todos los días agobia a la gente a través de la extorsión?
Planteo las preguntas porque alrededor de 40 curas y 30 laicos
de Matamoros, Acapulco, Morelia, Guadalajara y Ciudad de México han participado
esta semana en un taller realizado en la Universidad Pontificia cuyo fin era
lograr “el fortalecimiento de capacidades de negociación en sacerdotes para
dialogar con miembros de grupos criminales”.
Así estamos en este país, pero, ¿exactamente de qué hablamos
con eso de “dialogar” y “negociar”?
De acuerdo a una nota publicada el martes en EL UNIVERSAL,
Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Morelia, dijo que el objetivo es acercarse
a los integrantes del crimen organizado para construir la paz, y…“ayudar a que
el delincuente se rehabilite”. Muy bien, todo lo que contribuya a generar una
cultura de paz es encomiable, pero me inquietó el término “rehabilitar”. No
estamos hablando de gente que se robó un pan. ¿Qué significa exactamente eso de
que los integrantes del crimen organizado se “rehabiliten”? ¿Cómo se rehabilita
un extorsionador que quema negocios, secuestra y desaparece gente a
la que tortura y asesina? ¿A cambio de qué se rehabilita?
Subrayo el punto porque si algo ha contribuido a que el
imperio criminal se establezca en tantos municipios del país es la impunidad,
esa horrenda prima-hermana de la complicidad y la corrupción. Perdón por la impertinencia,
pero, si “rehabilitar” es que los sicarios van a aprender catecismo o que van a
acudir como ya lo hacen ante los curas para que se confiesen, les perdonen sus
pecados, los absuelvan y salgan de nuevo a delinquir, todo con tal de que los
sacerdotes puedan trasladarse en paz por sus territorios o cobrar a gusto
narco-limosnas, no, no se vale, no nos vengan a vender, en nombre de Dios, el
parto de los montes que perpetuará la esclavitud de los extorsionados.
Si van a dejar de cobrar piso, va, eso es todo lo que se
necesita acordar con ellos. Si no se trata de tal cosa, a otro templo con esa
historia.
Dos. La nota de este viernes en EL UNIVERSAL es
contundente: en los últimos 18 meses al menos 27 periodistas han sido víctimas
de censura y acoso judicial por sus críticas a funcionarios, gobernadores y
legisladores ligados a Morena. Un expediente de censura cada tres semanas, en
promedio. De acuerdo con Artículo 19, esos casos incluyeron litigios y demandas
por daño moral, así como acusaciones de violencia política de género para
frenar investigaciones sobre políticas. Los últimos casos se han producido en
Puebla, Veracruz, Sonora, Tamaulipas (con repercusiones en Ciudad de México) y
Campeche.
El caso más inaudito es el campechano, donde una jueza de
control del sistema penal oral y acusatorio del estado, Ana Maribel de Atocha
Huitz May, dictó esta semana medidas cautelares contra el veterano periodista
Jorge Luis González Valdez y el periódico Tribuna, las cuales establecen
que ambos contarán con “interventores designados por el Tribunal Superior de
Justicia para revisar qué pueden publicar”, y se les prohibió de manera
estricta referirse… a la gobernadora de Campeche, la morenista Layda Sansores.
Tal cual lo leyó: Torquemada para ellos, mándelos a las
mazmorras de la Censora Inquisición Sansoriana. ¿Qué es esto? ¿Cómo que un
censor o censora nos va a decir qué podemos publicar y qué no? La presidenta
Claudia Sheinbaum es la líder de la 4T y tiene el deber de ponerle un alto a
los excesos vergonzosos de quienes se ostentan como sus compañeros de ruta y
fieles seguidores. Varios periodistas llevamos semanas diciéndole y
documentándole lo que está ocurriendo y si ella sigue sin escuchar y avala
todos estos arrebatos represivos entonces será cómplice de que en México
tengamos ya una deshonrosa censura previa en expansión, como en las peores
dictaduras.
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