EL CÁRTEL DE SINALOA, DUEÑO DEL C5
Por: Héctor De Mauleón
... y basta también con hacer un repaso del estado de las
cámaras de videovigilancia de la ciudad durante el reciente asesinato de los
dos funcionarios más cercanos a la jefa de gobierno Clara Brugada
Publicado el 7 de julio de 2025.- Un informe del Departamento de Justicia de Estados Unidos acaba
de revelar que un pirata informático, un hacker al servicio del Cártel de
Sinaloa, identificó a un agente del FBI basado en la Ciudad de
México, obtuvo sus registros telefónicos de entrada y salida, y utilizó cámaras
de vigilancia de la capital para recopilar información, ver con quién se
reunía, y asesinar a sus posibles informantes.
La información es uno de los primeros misiles que Ovidio
Guzmán, uno de los hijos del Chapo que irá a juicio este 9 de julio, ha
entregado al gobierno estadounidense en búsqueda de beneficios. La información
se enmarca en los convenios —la “evidente” negociación con las autoridades de
aquel país, como la ha llamado el secretario de Seguridad y Protección
Ciudadana, Omar García Harfuch— que a mediados de mayo permitieron que 17
familiares de Ovidio se entregaran en la frontera y cruzaran hacia California.
Como de tantas otras cosas en la relación bilateral, el
gobierno mexicano admitió y se quejó de que no estaba al tanto de esa
negociación.
A través de una tarjeta emitida hace unos días por el
coordinador general del C5 en la Ciudad de México, Salvador
Guerrero Chiprés, las autoridades negaron que hubiera ocurrido una infiltración
criminal en el sistema de videovigilancia de la capital desde la
llegada de Claudia Sheinbaum al gobierno de la ciudad, en diciembre
de 2018.
Según Guerrero Chiprés, “no ha precisado el hacker que
hizo la acusación si eran cámaras públicas o privadas”. Afirma el
funcionario que el sistema se fortaleció en materia tecnológica desde la
llegada de Sheinbaum al gobierno de la CDMX, lo que hace imposible su
infiltración, y acusa que esto ocurrió en 2018, durante la gestión de Miguel
Ángel Mancera.
Basta con revisar los artículos que Guerrero Chiprés publica
en diarios mexicanos, en los cuales la autocrítica huyó en estampida y en los
que los aplausos llegaron en masa. Y basta también con hacer un repaso del
estado de las cámaras de videovigilancia de la ciudad durante el reciente
asesinato de los dos funcionarios más cercanos a la jefa de gobierno Clara
Brugada (que no estaban infiltradas, pues algunas ni siquiera servían)
para entender el sentido de las declaraciones del funcionario.
En todo caso, Guerrero Chiprés emplea como argumentos
exculpatorios del gobierno de la ciudad que “los hechos ocurrieron en una época
en que se negaba la existencia del crimen organizado”, y sostiene que
durante el gobierno de Mancera “se ha demostrado que hubo maquillaje
sistemático de cifras de incidencia delictiva”.
Durante la gestión de Mancera como jefe de Gobierno la
explosión criminal alcanzó rangos históricos, desde luego. Un ejemplo: la Unión
Tepito dejó de ser una organización delictiva que actuaba solo en una delegación
capitalina y se apoderó de las actividades delictivas en más de la mitad de la
ciudad. Se asentó en el centro, el oriente, el poniente, el sur de la capital.
Las narcoejecuciones alcanzaron niveles nunca vistos.
Fue sin embargo durante el gobierno de Claudia Sheinbaum
cuando Ovidio Guzmán llegó a operar la capital del país. Después del
Culiacanazo de noviembre de 2019, fecha en que, por órdenes de Andrés
Manuel López Obrador, Ovidio fue liberado, el hijo del Chapo salió de Sinaloa y
estableció en la CDMX lo que la periodista Peniley Ramírez llamó
“un puesto de avanzada”: una oficina que, según informes de la Marina, recibía
a través de componendas con autoridades aduanales el fentanilo llegado de China
y operaba su traslado hacia el estado de Sinaloa.
Era en la capital del país donde se llevaban a cabo los pagos
por esa operación.
Como se ha revelado, Ovidio estuvo al frente del “puesto de
avanzada” entre 2019 y 2021 (o 2022). Los marinos siguieron su paso por
departamentos de Santa Fe, la colonia del Valle y la Nápoles, y se enteraron de
que el Mayo Zambada y Rafael Caro Quintero habían enviado
sicarios de Tijuana para que lo asesinaran.
El 24 de octubre de 2021, cuatro gatilleros lo tuvieron a solo
unos pasos en el Cheesecake Factory de Parque Delta. “Estamos listos”, informó
uno de estos al jefe de esa operación: Pablo Núñez, El Flaco.
Ovidio se salvó porque a esa hora había en Plaza Delta mucha
gente, y él iba acompañado por dos hombres armados. Los sicarios de El Flaco
fueron detenidos más tarde por los marinos en la esquina de Dakota y Vermont,
muy cerca del hotel donde Ovidio se hospedaba.
Fueron varios meses los que el hijo del Chapo, que hoy busca
beneficios por parte del gobierno de Estados Unidos, se escondió y operó desde
la capital después de ser liberado por órdenes de Andrés Manuel López Obrador,
y se hizo pasar por un empresario restaurantero.
A mediados de 2022, incluso, 14 pistoleros de su grupo fueron
detenidos en Topilejo: eran miembros de sus “Fuerzas Especiales” y habían
llegado a disputarle al Mayo Zambada y a Caro Quintero la capital del país.
Ovidio fue aprehendido en Sinaloa a través de información
proporcionada por agencias estadounidenses que hoy lo acusan de haber negociado
desde la CDMX la droga que llegaba en vuelos comerciales al aeropuerto
capitalino, y por la que él obtuvo más de 24 millones de dólares.
¿Uno de sus hackers pudo haber infiltrado el C5 en ese tiempo?
El Departamento de Justicia deja suelta la bomba: una más en
la serie de bombardeos contra el gobierno mexicano, en el que los misiles
llegaron ya a la Oficina de la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador, tras
la acusación por lavado de dinero del Cártel de Sinaloa contra la
casa de bolsa de su amigo y enlace con el sector financiero, Alfonso Romo.
Estados Unidos va soltando, uno a uno, tiros de precisión que
apuntan a un objetivo mayor.
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