EL SALDO NEGRO DE LA GUARDIA NACIONAL
*La Guardia Nacional se ha colocado a la cabeza de los abusos; hay más muertos y deterioro de los derechos humanos
Por: Héctor De Mauleón
Ciudad de México, 16 de noviembre de 2021. Jorge Alberto
Rivera Cardoza, un tramitador aduanal de Nuevo Laredo, Tamaulipas, fue
acribillado por elementos de la Guardia Nacional el pasado mes de abril. Le
habían ordenado que se detuviera. No obedeció. Esa tarde murió de un impacto en
la cabeza.
Testigos de los hechos observaron cómo los agentes de
la Guardia sembraban en su camioneta droga y equipos de
radiodifusión.
Una vendedora de elotes que se hallaba cerca, también fue
alcanzada por las balas. Alrededor de los agentes se desató la indignación.
“¡Asesinos, asesinos!”, les gritaron.
El caso era muy parecido al del agricultor Jaime Torres y
esposa, Jessica Silva, a quienes meses atrás la Guardia Nacional acribilló en
un camino de Delicias, Chihuahua. Los esposos habían participado en una
violenta protesta, en defensa de su derecho al agua, en la presa La Boquilla.
Los guardias nacionales alegaron que solo “habían repelido”
una agresión efectuada por civiles armados. En las fotografías del suceso, sin
embargo, no aparecían armas. Solo los cuerpos de los esposos con las ropas
teñidas de sangre (él resultó gravemente herido, ella murió).
Días más tarde, los altos mandos de la Guardia admitieron
que había elementos “para suponer la culpabilidad de algunos agentes”. Seis de
ellos fueron detenidos.
El 31 de octubre pasado, en Pijijiapan, Chiapas, agentes de
la Guardia Nacional abrieron fuego en contra de una camioneta en la que
viajaban 13 personas procedentes de Cuba, Ghana y Brasil. Los elementos
federales alegaron más tarde que la camioneta había tratado de arrollarlos.
Cuatro migrantes fueron heridos por los tiros y uno más, de origen
cubano, quedó muerto sobre la batea.
Todas estas muertes se inscriben en un clima de
recrudecimiento de violaciones a los derechos humanos cometidas,
principalmente, por el organismo al que el presidente de México le encomendó la
tarea de pacificar al país, y cuyos mecanismos de operación han propiciado, en
cambio, la tortura, los tratos crueles e inhumanos, las detenciones
arbitrarias, el empleo de la fuerza pública de manera desproporcionada, la intimidación,
las apropiación de bienes inmuebles, la retención ilegal e incluso la privación
de la vida.
Según el Sistema Nacional de Alerta de Violación de
los Derechos Humanos, elaborado por la CNDH, en 2021 la Guardia Nacional
se ha convertido en el cuerpo de seguridad más denunciado por presuntas
violaciones a los derechos humanos.
Hasta septiembre de 2021 ha acumulado 388 quejas (contra 344
de la Sedena y 214 de la FGR).
En 2020 llegaron 350 denuncias contra la recién formada
Guardia Nacional, lo que la incluyó “en el top ten de los abusos” (que
encabeza, por cierto, el IMSS). La ONU-DH, Human Rights Watch y Amnistía
Internacional habían alertado, desde el instante en que el nuevo cuerpo fue
creado, que la participación de fuerzas armadas en labores de seguridad solo
iba a contribuir al deterioro de los derechos humanos. El presidente salió en
defensa de su creación:
“Todos los días estoy pendiente de que no haya abusos, de
que no haya tortura, de que no haya masacres, de que no haya violación a los
derechos humanos, estoy pendiente… Si hay constancia de violación a derechos
humanos por parte de la Guardia Nacional, pues entonces rectificamos, pero si
no es así, ¿por qué? ¿Sólo por lo ideológico? No”.
Señaló en otra declaración: “A la Guardia Nacional se le
está formando en el respeto a los derechos humanos, de modo que no va a haber
ningún riesgo de excesos de autoritarismo”.
La militarización del combate a la inseguridad había dejado
200 mil muertos en los últimos dos sexenios, así como decenas de miles de
desaparecidos. En este gobierno, la militarización fue presentada como un mal
necesario. La promesa fue “serenar” al país, garantizando el respeto a los
derechos humanos.
Pero las cosas no han sido así. Los datos de la CNDH indican
que “el mal necesario” no mejoró la violación sistemática de los
derechos humanos. Tampoco ha abatido la violencia: en 2020 y 2021 se alcanzaron
cifras récord, que han sobrepasado ya los cien mil homicidios.
En esos mismos años la Guardia Nacional se ha colocado a la
cabeza de los abusos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario