10 RAZONES POR LAS QUE GATELL DEBE RENUNCIAR
Ciudad de México 6 de enero de 2021. López Obrador lo
defiende a ultranza, pero Hugo López- Gatell es insostenible en su cargo. Ha
fallado. Ha mentido. Su actuación raya en la criminalidad médica. Locuaz, mala
persona. El Presidente lo podrá mantener como vocero de la pandemia pero, a los
ojos y enojos de millones de mexicanos, el apodado “Doctor Muerte” ha perdido
tres cosas: respeto, credibilidad y confianza.
A la luz de los hechos y de la actuación de López-Gatell,
contamos diez razones para que el subsecretario de Salud deba renunciar al manejo
de la pandemia:
NO CULPES A LA PLAYA. “Fui a visitar a familiares. Salí a
comer a un restaurante y hasta donde sé, no se puede comer con el cubrebocas
puesto. Mantuvimos la sana distancia”, justifica López-Gatell sobre sus
vacaciones en la playa. Falla y miente. Falla, porque mientras miles de
doctores se jugaban la vida en la línea de combate contra el coronavirus, la
pandemia estaba fuera de control y los hospitales desbordados, Gatell bebía
mojitos en la playa de manera despreocupada, en un acto de incongruencia y
valemadrismo más que evidentes. Y miente, porque no guardó la sana distancia:
en la fotografía en la que aparece acompañado de una mujer, se observa a pocos
centímetros de ella, sin el metro y medio recomendado de distancia.
QUÉDENSE EN CASA…MENOS YO. “Es nuestra última oportunidad de
hacerlo, y hacerlo ya. Esto requiere que de manera masiva nos restrinjamos y
nos quedemos en casa…Es la única manera de reducir la transmisión de este
virus”, exige el vocero del régimen. Sin embargo, durante el “pico” de la
pandemia, justo en el momento de mayor gravedad y fallecimientos por la
COVID-19, Gatell no se quedó en casa. Se fue a vacacionar. Ese es el hecho
irrebatible. Su imagen en la playa queda como emblema de la irresponsabilidad
médica no solo en México, sino a nivel mundial. En cualquier otra parte del
mundo, López-Gatell ya hubiera sido despedido. Pero aquí no pasará porque
tenemos un Presidente que desde hace mucho tiempo vive encerrado en su propio
mundo, ajeno a la realidad y perdiéndose el respeto a sí mismo, y está
endiosado con Gatell.
RECHAZO AL CUBREBOCAS. No fue una, ni dos, ni tres
ocasiones. Múltiples fueron los rechazos de López-Gatell al uso del cubrebocas
desde el inicio de la pandemia, hasta llegar, inclusive, a niveles de burla.
“Sirve para lo que sirve, y no sirve para lo que no sirve”, se mofaba, mientras
desde los gobiernos del mundo y la OMS se imponía a los ciudadanos el uso del
cubrebocas. Rebasado por la realidad, Gatell tuvo que recular y fue hasta
noviembre pasado cuando comenzó a usar cubrebocas y a matizar su discurso. Muy
tarde: se calcula que si ciudadanos hubieran usado desde marzo pasado el
cubrebocas, se hubieran salvado alrededor de 40 mil vidas. Y en ello, el
subsecretario sí tiene responsabilidad directa.
LA CATÁSTROFE. “Un número catastrófico de muertes (por
coronavirus), puede ser de sesenta mil…”, pronosticó López-Gatell el pasado 5
de junio. Ese día, México registraba 13,170 decesos por el bicho. El epidemiólogo
veía lejana aquella cifra. Bien. Hasta el momento de entrega de esta columna,
los fallecimientos ascienden a 127,757. Se calcula que llegaremos, a mediados
de año, a casi 200 mil muertes. Es el fracaso manifiesto del responsable del
manejo de la pandemia, llámese como se llame, que en cualquier nación hubiera
sido suficiente para removerlo de su responsabilidad. ¿Qué se necesita
demostrar para que Gatell deje el cargo hoy mismo?
NO REALIZAR PRUEBAS. “Esta idea de hacernos todos la prueba
(de la COVID-19), parte de una visión completamente fuera de lugar…”, fue la
tesis de López-Gatell, mientras el propio director de la OMS, Tedros Adhanom,
recomendaba hacer “pruebas, pruebas, pruebas”. El resultado: México ocupa el
último lugar en el número de pruebas aplicadas para identificar COVID- 19 entre
los 36 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE), pues únicamente aplica 0.4 pruebas por cada mil
habitantes, mientras la media de los países OCDE está en 22 por cada mil. Aún
más: nuestro país tiene una población de 128 millones de habitantes y aplica
sólo 1,308 pruebas por cada 100 mil, lo cual lo sitúa en los últimos lugares de
pruebas. También es la consecuencia – hay que decirlo- de la mezquindad de AMLO
por no invertir dinero para hacer frente a la pandemia, con tal de no eliminar
recursos a sus inviables caprichos sexenales: aeropuerto militar, refinería y
tren. El resultado: pandemia fuera de control con casi millón y medio de
contagiados. Y contando.
LOS “PICOS” ERRADOS. Al menos en cuatro ocasiones (16 de
abril de 2020; 2 de junio; 11 de junio y 12 de junio), López-Gatell afirmó que
estábamos en el “pico” de la pandemia, confundiendo a la población y mintiendo
con las cifras. Ejerció un juego de adivinanzas mortal, volviéndose un vocero
con nula credibilidad y pronósticos equivocados.
CDMX Y SEMÁFORO ROJO. “El Gobierno de México engañó a los
ciudadanos sobre la gravedad del rebrote en la Capital…”, denunció The New
York Times el 21 de diciembre pasado. El influyente diario comprobó, con
datos oficiales, que desde el 4 de diciembre se manipularon cifras sobre el
coronavirus y responsabilizó a López-Gatell de esta tragedia que costó
miles de vidas en la ciudad de México. Gatell intentó refutar, pero no logró desmentir
la información. Su irresponsabilidad costó muertes.
GOBERNADORES PIDEN RENUNCIA. “Los gobernadores de 40
millones de mexicanos demandamos la salida inmediata de Hugo López-Gatell”,
pidieron el 31 de julio pasado diez mandatarios estatales, bajo un argumento
contundente: “Falló la estrategia de contención, como advirtieron especialistas
nacionales e internacionales; fallaron las medidas sanitarias que no han sido
claras ni firmes; mientras que el vocero y responsable del manejo de la
epidemia, Hugo López-Gatell, no ha dejado de mentir, de caer en contradicciones
sobre las proyecciones y las estrategias a implementar”. Los gobernadores no se
equivocaron: la actuación de Gatell ha sido un desastre.
CERO CONFIANZA. Ante el desempeño fallido, errático, confuso
y hasta cínico de López-Gatell, millones de mexicanos le han perdido la
confianza. Cada palabra, cada frase, cada exhorto del subsecretario, será
rechazado por su innegable incongruencia. Su imagen en la playa, sonriente,
arrimado a una mujer sin guardar distancia y sin importarle la tragedia
humanitaria del país por el coronavirus, la llevará tatuada en la frente por
siempre.
UN LASTRE PARA EL GOBIERNO. La última razón,
pero no por
ello menos importante, es de índole política: hoy por hoy, Hugo López-Gatell es
un lastre para el gobierno de AMLO que, a pesar de que lo defiende en todo
momento, acepta que su vocero ante el coronavirus ha fallado y ahora es fusible
intercambiable. Lo sabe López Obrador y también varios de sus cercanos: Ebrard,
Sheinbaum, quienes ven con extrema desconfianza a Gatell. La pregunta, es:
¿Hasta cuándo lo aguantarán en Palacio Nacional?
AMLO lo reconoce: a López Gatell casi nadie le tiene
confianza. Está descalificado. Sus errores y cinismo han costado vidas.
Reprobó. Fracasó en su manejo frente a la pandemia.
¿Cuántos muertos más se necesitan para relevarlo?
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