PAN Y PRI ESTÁN DE REGRESO; AMLO Y MORENA, ACOTADOS
Por: Martín Moreno Durán
*"Los votantes pusieron fin a la hegemonía de la
izquierda durante 24 años en la Ciudad de México y a golpe de votos, la
redujeron…
Ciudad de México 9 de junio de 2021. El voto funcional frenó
al voto fanático. Los votantes acotaron a L
ópez Obrador y a la 4T en la Cámara
de Diputados y les impusieron un enérgico ¡NO! a seguir reformando la
Constitución bajo caprichos personales y delirios ideológicos, vía una mayoría
calificada trampeada desde 2018. Se acabó. No más atropellos a la legalidad. El
INE, a salvo. Morena perdió, en promedio, 50 diputados, y deberá negociar para
siquiera alcanzar una mayoría simple – 250 más uno-, siendo rehén (qué
vergüenza) del mercenario Partido Verde. Adiós a la aplanadora morenista en San
Lázaro. Ese es el hecho. El dato duro. Lo demás, son percepciones.
El voto de castigo reventó al voto clientelar. Los votantes
pusieron fin a la hegemonía de la izquierda durante 24 años en la Ciudad de
México y a golpe de votos, la redujeron a ser segunda – y hasta tercera- fuerza
política, al ganar sólo seis alcaldías (Xochimilco aún está en disputa). Los
capitalinos depositaron en las urnas un contundente ¡YA BASTA! a Morena, AMLO,
Sheinbaum, Ebrard y demás responsables de la Línea 12, de la inseguridad, del
desprecio e intolerancia hacia quienes no piensan como ellos, del mal Gobierno
que tuvo que pagar facturas. Ya no más. Se les terminó su bastión. Fue un misil
directo al corazón del orgullo obradorista. Y eso de que AMLO está “feliz,
feliz, feliz”, es una mascarada. La derrota histórica en la CdMx le dolió hasta
el alma. Ese es el hecho. El dato duro. Lo demás, son percepciones.
¿Qué lecturas tenemos después de las elecciones del domingo
6 de junio? Echemos un vistazo:
AMLO, ACOTADO. A golpe de votos, los ciudadanos le pusieron
–como a los caballos– una brida al Presidente para frenarlo en su desbocado
presidencialismo que amenazaba con seguir violando y cambiando, en prejuicio de
millones de mexicanos, la Constitución. Un hecho significativo: durante la
mañanera del lunes pasado, López Obrador se limitó a decir que tenían la
mayoría simple (si los verdes le dan permiso, claro) para “seguir aprobando el
presupuesto”. Nada extraordinario. Esa es obligación no sólo de Morena, sino de
la Cámara Baja en conjunto. En contraparte y de momento, se logran tres cosas
básicas para la democracia que estaban siendo demolidas por un mandatario sin
contrapesos: apuntalar la división de poderes, controlar los excesos
presidencialistas y obligar a AMLO y a Morena a sentarse a negociar en San
Lázaro, asuntos que se encontraban en punto muerto.
AMLO PERDIÓ 14 MILLONES DE VOTOS. Tras la elección
intermedia, López Obrador volvió a su techo electoral tradicional: alrededor de
15 millones de votos, obtenidos en cada una de las elecciones presidenciales de
2006 y de 2012, en promedio. Adiós a los 30 millones de votos ganados en 2018.
Esos ya no existen. Se evaporaron. ¿Por qué? Lo advertimos y lo explicamos en
esta columna desde el 3 de junio de 2020 (“ A un año de la intermedia, AMLO
pierde 10 millones de votos””), cuando escribimos: “Desde febrero de 2019 a
mayo de 2020 (15 meses de administración), López Obrador ha perdido alrededor
de 10 millones de votos. Sí, los mismos que obtuvo de la franja de indecisos en
la elección presidencial de 2018. Así, en promedio, ha registrado una caída de
entre 20 y 30 puntos de aprobación ciudadana… Luego entonces, esos 20 puntos se
traducen en alrededor de 10 millones de votos perdidos ya por AMLO en los
últimos 15 meses de Gobierno… Sí: López Obrador perdió todos los votos de
indecisos que obtuvo en 2018”. Hasta aquí, aquella columna. Y lo señalamos no
como una opinión o percepción. No. Fue tras una revisión a detalle de cifras,
encuestas y escenarios. Con pruebas. Y no nos equivocamos: AMLO perdió esos
votos el domingo pasado.
INE Y AUTÓNOMOS, PROTEGIDOS. Más allá de la impecable
conducción del INE durante la elección intermedia –bajo la atinada directriz,
les guste o no reconocer, de Lorenzo Córdova y su brazo derecho, Ciro Murayama,
así como la participación heroica de los ciudadanos encargados de las casillas–
que mereció el aplauso unánime y que desarmó a AMLO si pretendía seguir
atacándolo, el realineamiento de fuerzas en San Lázaro tras la elección evitará
que López Obrador caiga en la tentación autoritaria que ya había manifestado:
descabezar o desaparecer al INE. No le alcanzan los votos. De paso, también
quedan protegidos el resto de organismos autónomos amagados por los delirios de
Palacio Nacional: el INAI, por ejemplo. Ese era el objetivo principal opositor:
cuidar y proteger a nuestros contrapesos. Y se logró. Es, a todas luces, una
estupenda noticia para la democracia.
PAN. Está de regreso. Se erige en el verdadero opositor de
AMLO y Morena rumbo al 2024, ya sea solo o en alianza. Los números no mienten:
en 2018 ganó 77 diputaciones, y a partir del próximo uno de septiembre, tendría
40 más. Los cuadros azules fueron claves para que la CdMx pasara al control
político de PAN-PRI-PRD, y Morena fuera relegada del plano electoral. Su aritmética
legislativa será clave para ocupar comisiones tan importantes en San Lázaro,
como la Comisión de Hacienda. Sí: el panismo estaba desdibujado. Hoy, es una
segunda fuerza política consolidada por los votos y se enfila – desde ahora-
rumbo al 2024. Se busca candidato presidencial.
PRI. Está de regreso… al menos en la Cámara de Diputados,
porque en las gubernaturas le ha ido muy mal. No gana una desde 2017. El
domingo pasado perdió Sonora, una de las cartas fuertes del priismo y de la
gobernadora Claudia Pavlovich para ver hacia el 2024. Se antoja difícil para la
sonorense al perder frente a un oportunista chapulinesco como Alfonso Durazo.
Les queda el Estado de México, donde Alfredo del Mazo y el PRI recuperaron sus
dos emblemas: Toluca y Atlacomulco, así como el Congreso local. Sin fraudes.
Con votos. Del Mazo levanta la mano para cumplir el sueño trunco de su padre:
ser candidato presidencial. Ya veremos si le alcanza el gas. Además, al PRI le
queda otra carta que si la juega bien, le dará oxígeno suficiente para llegar
con fuerza al 2024: al pasar de 48 hasta 75 diputados (sumados a los posibles
117 del PAN con el que ya anunció que seguirá en coalición para la próxima
legislatura), contarán entre 180 y 190 legisladores, más los del PRD, podrían
rebasar los 200 votos. Una carta muy fuerte en San Lázaro. Una cifra nada
despreciable.
CDMX: EL DERRUMBE DE MORENA. Con votos llegaron al poder
político en la Ciudad de México hace 24 años, y con votos se estarán yendo. Los
capitalinos dieron, el domingo pasado, una lección de madurez política y
valentía electoral ante las urnas con un propósito: castigar a los malos
gobiernos en la CdMx, y actualizando la faena, cobraron facturas por los
desplantes y mentiras de AMLO; por la corrupción y soberbia de Marcelo Ebrard;
por la negligencia y servilismo de Claudia Sheinbaum. ¿Gobernaron mal? ¡Pues
ahora la pagan! Y que AMLO y Sheinbaum sigan diciendo que perdieron “por una
campaña de desprestigio en nuestra contra”. Ilusos. Que sigan pensándolo así.
AMLO está en shock por la paliza electoral que les metieron en el
corazón del país, en el bastión que creían tener dominado. Sheinbaum
prácticamente ha perdido la candidatura presidencial. Sigan en su mundo
alterno, inventando campañas que solamente existen en su mente.
Triple contra sencillo: AMLO cambiaría la mitad de las
gubernaturas ganadas por Morena, con tal de haber obtenido la mayoría
calificada (junto con sus aliados PT y Partido Verde) en la Cámara de Diputados
para seguir modificando la Constitución a su antojo en aras de su “proyecto
transformador”, así como ganar 11 de las 16 Alcaldías en juego el 6 de junio,
como lo anhelaban en el Gobierno desde inicios de año, para seguir utilizando a
la CdMx como plataforma política rumbo al 2024, tal como lo hizo en 2006, 2012
y 2018. Ese era el propósito supremo de AMLO. Se lo mocharon con votos.
El sueño dictatorial de López Obrador ha quedado, de
momento, acotado.
La oposición – PAN, PRI y PRD-, antes tambaleante, hoy pisa
firme. Al menos.