EL SEXENIO DE LA MUERTE
*“El crimen organizado mata, desaparece, desata terror;
cobra piso a comerciantes grandes y pequeños y los priva de la vida si dejan de
pagar sus respectivas cuotas”.
Por: Ricardo Ravelo
Septiembre 22. De 2022. Nuevamente Estados Unidos planeta
que los cárteles del narcotráfico que operan en México sean declarados como
grupos terroristas. Antes lo propuso Donald Trump cuando era presidente, ahora
el planteamiento lo hizo el polémico gobernador de Texas, Greg Abbott, quien
además dijo que pedirá información a las autoridades del gobierno estadunidense
para comprobar sus dichos.
En realidad existen razones de peso para considerar que la
violencia que ejercen los cárteles en el territorio nacional utilizan prácticas
propias del terrorismo, como en su momento ocurrió en Colombia; en Tamaulipas
hay hechos que así lo demuestran, como aquel caso de los migrantes asesinados y
calcinados en el municipio de Camargo; las balaceras y masacres en Guanajuato o
el incendio del bar “El Caballo Blanco”, en Coatzacoalcos, Veracruz, donde
murieron más de treinta personas calcinadas.
En Colombia el narcoterrorismo fue una realidad irrefutable,
sobre todo cuando los cárteles de Medellín y Cali se enfrentaban con estallidos
de carros bomba, explosiones en negocios, derribamiento de aeronaves incluso
comerciales y colocación de explosivos en los clubes empresariales, donde se
refugiaban figuras políticas y empresarios que en ese entonces pensaban que la
violencia nunca llegaría a ellos.
En México ya han derribado aeronaves militares. En Jalisco
el cártel del mismo nombre bajó a tiros a un helicóptero de la Sedena hace
varios años. Todavía no se atreven a tumbar un avión comercial, pero de no
frenarse la violencia no estaríamos lejos de un hecho de esa magnitud.
Lo que Estados Unidos pretende es que los cárteles de Sinaloa
y el de Jalisco Nueva Generación sean declarados como organizaciones
terroristas; a estos grupos se les atribuye buena parte de la violencia y el
tráfico de fentanilo que tan sólo el año pasado causó la muerte de cien mil
personas en ese país como consecuencia de sobredosis.
Y es que las acciones perniciosas de los cárteles –no sólo
de Sinaloa y CJNG –sino del Noreste, Guerreros Unidos, Beltrán Leyva, Golfo,
Tijuana, entre otros, son tan perturbadoras que causan terror entre la gente;
cientos de familias se han desplazado forzosamente de sus territorios por miedo
a morir en medio de balazos.
El crimen organizado mata, desaparece, desata terror; cobra
piso a comerciantes grandes y pequeños y los priva de la vida si dejan de pagar
sus respectivas cuotas. Todo esto es parte del terror. También descuartizan a
sus rivales y tiran la pedaceria humana a las calles. También cuelgan a sus
víctimas, como ha ocurrido en Michoacán, donde dominan buena parte de los
municipios del estado sin que autoridad alguna ponga orden a este desastre.
Y en Guanajuato las balaceras y masacres no paran: tan sólo
el miércoles 21 un comando presuntamente del cártel Santa Rosa de Lima asesinó
a veintiún personas, diez de ellas en un billar, donde se encontraban
jugando pool. Todo indica que este ataque fue una venganza, un ajuste
de cuentas del cártel fundado por José Antonio Yépez Ortiz, “El Marro”.
Al no existir un proyecto policiaco que atienda la crisis
que enfrentan los municipios del país el camino que sigue el Gobierno Federal
es la militarización del territorio, aunque el presidente niegue que esa sea la
pretensión oficial. “Presencia militar no es militarización”, dijo el
mandatario.
Al haberse abandonado la seguridad en los municipios, los
grupos criminales buscaron refugio en las alcaldías: pactaron con los
presidentes municipales de todos los partidos y les entregaron el control de
las policías. Esa es la razón por la que las corporaciones municipales no
tienen capacidad de respuesta ante el crimen organizado: están maniatadas y, en
muchos casos, los propios comandantes operan como jefes policiacos y a la sazón
como cabecillas de plaza de algún cártel.
Todas estas complicidades han robustecido la violencia
criminal y las expresiones de terrorismo con las que ya operan los cárteles. De
ahí la preocupación de Estados Unidos.
También hay que señalar que Estados Unidos debe perseguir a
sus capos y a los distribuidores de drogas que operan en ese territorio en
complicidad con los cárteles mexicanos. Si la droga fluye en la Unión Americana
se debe a las redes criminales que ahí operan y que también tienen
complicidades que les permiten moverse con impunidad. Además, Estados Unidos es
el principal mercado de consumo del mundo y los programas antidrogas para
prevenirlo poco efecto han surtido en una sociedad ansiosa por consumir
sustancias.
La petición de Abbott para que los cárteles mexicanos sean
declarados como grupos terroristas sienta un precedente peligroso: de ser
aceptada la propuesta –incluso por parte de México –se abrirían las puertas
para que las agencias de inteligencia extranjeras puedan entrar al territorio a
combatir a estos grupos violentos, pues si se trata de terrorismo las reglas
del juego cambian: todos los países –o muchos de ellos –cooperarían al verse
amenazados por la violencia y las operaciones de estos cárteles en varios
continentes.
A cuatro años de que Andrés López Obrador asumió la
presidencia de la República la violencia – o el narcoterrorismo –siguen sin ser
combatidos. Sin una estrategia de seguridad clara que acompañe sus programas
que “atacan las causas de la violencia” se ve difícil que el flagelo pueda ser
frenado en lo que resta de la administración.
De acuerdo con cifras oficiales, que la mañana del jueves 22
fueron expuestas por el periodista Jorge Ramos en la conferencia Mañanera, al
cierre del sexenio de López Obrador las estadísticas podrían sumar unos 190 mil
muertos, es decir, que el de la Cuarta Transformación sería el sexenio con más
muertos en la historia, por encima de los gobiernos de Felipe Calderón y
Enrique Peña Nieto.
Confrontado por Ramos, López Obrador descalificó las cifras,
aunque el periodista insistió en que los datos son “de su gobierno”; luego, a
su más puro estilo, el mandatario expuso que los cárteles de Sinaloa, Jalisco,
Zetas, Golfo, entre otros, surgieron en el periodo neoliberal, dijo, cuando
había complicidades entre criminales y autoridades y algunos periodistas guardaron
silencio ante este problema.
En gran parte el presidente López Obrador tiene razón. Los
grupos criminales surgieron en ese periodo neoliberal, pero lo cierto es que
estos cárteles siguen de pie y operan con impunidad. El presidente dijo desde
que andaba en campaña que su compromiso central era resolver el flagelo de la
violencia y pacificar el territorio. Cuando era candidato expuso que “vamos a
ir serenando el país”, pero lejos de que esto ocurra la violencia se multiplica
por todas partes. De acuerdo con los datos de Jorge Ramos todos los días hay un
total de ochenta muertos y, de acuerdo con su visión, el problema se agrava por
la ausencia de una estrategia antimafia. Y lo peor, explica Ramos, es que López
Obrador dice que no va a cambiar su estrategia.
Actualmente en todo el país
operan dieciséis cárteles que, con toda libertad, han establecido alianzas y su
fuerza se ha extendido a todo el continente. Contra estos grupos no hay estrategia
de combate. Todos sin excepción operan con libertad y todo indica que así
seguirán porque, si no se les combate, la impunidad los robustece todos los
días.