GUARDIA NACIONAL Y HUACHICOL: ¿CUÁNTOS MÁS?
Por: Héctor De Mauleón
*A la medianoche del 24 de mayo, policías municipales de Apaseo el Alto, Guanajuato --todos ellos ex integrantes de la extinta Policía Federal--, se desplazaron al macrolibramiento que va de Celaya a Palmillas, en el estado de Guanajuato. Habían recibido un reporte sobre un grupo de personas que presuntamente realizaba extracción de ilegal de combustible a unos metros de la carretera
Publicado, el 28 de mayo de 2025.- A la altura de la comunidad
El Espejo, los agentes detectaron a una persona a bordo de una Nissan Rogue de
color guinda y a otra persona que tripulaba un tractocamión con autotanque,
conectado a una toma clandestina. La sorpresa fue que al lado de estas
unidades había vehículos oficiales de la Guardia Nacional con hombres
adentro: un RCP Charger y dos camionetas pick up Silverado.
Según el reporte, los agentes “procedieron a cuestionar al
personal sobre la actividad que estaban realizando”. El conductor del Charger
respondió que estaban proporcionando seguridad al tractocamión.
Antes de que se diera cualquier reacción, el tripulante del
Charger se dio la fuga, seguido por una de las camionetas Silverado (la
cual fue abandonada más adelante).
Los municipales encañonaron a quienes se habían
quedado, y prácticamente habían sido sorprendidos con la manguera en la mano:
dos tenientes de la Guardia Nacional (uno procedente del Sexto Regimiento de
Caballería Motorizado, el otro del Décimo Regimiento de Caballería Motorizado),
y un subteniente del Primer Batallón de la Guardia con base en Hidalgo.
Había también cinco elementos rasos pertenecientes a
batallones de la Guardia Nacional de Uruapan y Tlaxcala.
Eran once en total. Según las primeras investigaciones se
habían trasladado desde Querétaro para realizar la ordeña. Todos
portaban fusiles FX-05 calibre 5.56 x 45 milímetros. La mayor parte de ellos
llevaban el uniforme gris de la corporación, así como sus chalecos tácticos.
Más tarde, el alcalde de Celaya, Juan Miguel Ramírez, hizo
referencia a la capacidad de operación del grupo, que pudo trasladarse desde
otro estado y saber exactamente “dónde estaban las mangueras y cosas”. La
manguera estaba conectada a un ducto que va de Hidalgo a Veracruz.
¿Cuánto tiempo llevaban operando bajo la protección del uniforme? ¿Iban a
escoltar la pipa a nivel local o más bien forman parte de la red que a través
de las aduanas de Tamaulipas interna combustible robado a Pemex en
los Estados Unidos, según acaba de dar a conocer el gobierno
norteamericano?
La Guardia Nacional, la Sedena y la Fiscalía General de la
República guardaron silencio en torno al caso. El secretario de seguridad Omar
García Harfuch minimizó los hechos: “No por 11 detenidos de la Guardia
Nacional se van a contaminar los 133 mil elementos que diario trabajan a lo
largo y ancho de nuestro territorio nacional”, expresó.
No se trata, sin embargo, de un hecho aislado. En una ruta que
se encuentra bajo la custodia de la Guardia Nacional, la extracción ilegal
de combustible no ha hecho sino dispararse.
Solo en el estado de Guanajuato fueron localizadas 850 tomas
en 2024. Entre enero y marzo de 2025 fueron detectadas 218 tomas
clandestinas más.
Es en las zonas bajo control de la Guardia Nacional donde se
registraron en los primeros tres meses de 2025 el mayor número de ordeñas: 632
en Hidalgo, 453 en Jalisco, 214 en Tamaulipas, 208 en Querétaro: mil 725 tomas
localizadas en solo cinco estados.
Entre los documentos hackeados a la Sedena en 2022
por el colectivo Guacamaya hay un conjunto de reportes que detallan el trasiego
de huachicol desde Tabasco y Veracruz hacia el centro y el norte del país a
través de una red operada desde Reynosa, Tamaulipas, por un sujeto llamado
Gerardo Ovando, El Yayo, encargado de coordinar funcionarios y guardias nacionales
que aseguren el libre tránsito de los hidrocarburos.
La Sedena ubicó dentro de esa red al segundo de a bordo del
exsecretario de seguridad pública de Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, a quien
ligó con el exgobernador de esa entidad, Adán Augusto López.
Según otro documento hackeado por el colectivo, el Centro
Regional de Fusión de Inteligencia de la Sedena alertó al secretario Luis
Crescencio Sandoval el 2 de agosto de 2022 sobre la operación de varias bandas
de tráfico de hauchicol que funcionaban en Puebla, Tabasco y Veracruz
bajo la protección de un comandante de la Guardia Nacional identificado como El
Comandante Mata, quien recibía pagos de un líder huachicolero al que el CERFI
ubicó como Gabriel Eduardo González Alejandro.
Un segundo grupo ligado al Cártel Jalisco y
encabezado por Efrén Martínez Gómez, El Fantasma, cuenta con la protección
de cuatro elementos adscritos a la coordinación de la Guardia Nacional en
Veracruz.
En noviembre de ese mismo año se viralizó un video que mostró
la manera en que la Guardia Nacional dejó ir a diez huachicoleros de
Tula que vestían ropa de camuflaje, pasamontañas y portaban armas largas.
Apenas en marzo del año pasado, un capitán y un mayor de la
Guardia Nacional fueron acusados por sus propios elementos de cobrar a grupos
de huachicoleros (hasta tres mil pesos diarios) para que sus hombres no
patrullaran la zona de ductos de Teoloyucan, Estado de México, durante las
madrugadas. Más tarde, en un predio en el que se aseguraron ocho pipas y 90 mil
litros de combustible sin documentación legal, aparecieron, según los denunciantes,
recibos de depósitos realizados a ambos mandos.
La propia Guardia Nacional ha reconocido que sus elementos
realizan recorridos de vigilancia en 17 municipios de Guanajuato, por donde
atraviesan los ductos de la refinería Antonio M. Amor.
Existen pruebas incontables de que guardias
nacionales que fueron enviados a proteger los ductos, hallaron maneras de
explotarlos en su beneficio. En un clima de corrupción rampante, hoy sabemos
que 11 de ellos habían montado su propio negocio. ¿Desde cuándo? Y sobre todo,
¿cuántos más?
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