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jueves, 8 de septiembre de 2022

EL JUEGO DE FUERZAS DE ALITO

 

*La iniciativa del PRI para prolongar la militarización es, en los hechos, una ruptura de la moratoria constitucional. ¿Qué consecuencias tendrá en la Alianza Opositora? Por lo pronto, Marko Cortés y Jesús Zambrano ya dejaron en claro que podría cancelarse el acuerdo parlamentario de Va por México en San Lázaro.

Por: Julián Andrade

Ciudad de México, 7 de septiembre de 2022. En las últimas horas se han acumulado elementos que permiten calcular el daño inmenso que generará la iniciativa de la diputación del PRI para prolongar la utilización del Ejército en tareas de seguridad pública. 

Es más, su contenido pasó a segundo plano, porque lo que ocurrió es que se mostró la fragilidad en la que trabajan los opositores y la capacidad de seducción que tiene la 4T, aunque hay que señalar que la exposición de motivos es especialmente crítica con Morena y con el gobierno federal. 

Todo está en juego. Las gubernaturas de Coahuila y el Estado de México, pero también las seguridades que existían de que la Constitución no sería modificada en aspectos que fueran regresivos. Es como un castillo de naipes que se va derrumbando. 

Por lo pronto, Marko Cortés y Jesús Zambrano, los líderes del PAN y el PRD, ya dejaron en claro que se está avanzando por un sendero que terminará con el acuerdo parlamentario de Va por México en San Lázaro. 

En los hechos se rompe con la moratoria constitucional en uno de sus temas centrales, ya que el acuerdo entre los opositores se sustenta en no profundizar la militarización y proteger a los órganos autónomos y en particular al INE y al Tribunal Electoral.  

Pero el golpe también se resentirá entre los priístas, donde los senadores de ese partido no acompañarán la propuesta de los diputados. El coordinador Miguel Ángel Osorio Chong fue más que claro al respecto. “No estamos de acuerdo, ni en la presentación, ni en la iniciativa, va en contra de lo que hemos venido planteando”.   

Pero el cisma que está en curso, puede trasladar los votos que requiere el partido mayoritario y sus aliados para apoderarse, ahora sí, de la agenda legislativa y de todas sus consecuencias. 

En Palacio Nacional se frotan las manos ante una coyuntura que les puede resolver muchos de los agobios en los que se encuentran. 

Alejandro Moreno Cárdenas, el líder del PRI, señaló que en su partido “no reciben ultimátum, ni acepta órdenes ni de aliados ni de adversarios”. En algo le asiste la razón, porque tampoco le han mandado señales de arreglo que no sean las del acatamiento absoluto. 

Es la alborada de una crisis cuya profundidad iremos sabiendo y midiendo en los próximos días. ¿Resistirá Va por México? Al paso de las horas y de las declaraciones parecería que no, pero los incentivos para que continúe son todavía elevados, ya que los partidos en solitario verían mermadas sus expectativas y, en algunos casos, hasta su supervivencia. 

Cortés, al hablar por los panistas, situó el alcance del problema al señalar que la alianza no es para ganar elecciones, sino para cuidar a México. Es decir, no la puede guiar solo el pragmatismo y mucho menos la conveniencia. 

Era predecible que el escenario se complicaría y por ello resulta inexplicable que no se hayan buscado los mecanismos para llegar a un acuerdo si era tan urgente el legislar por un tema que de todas formas tendrá vigencia hasta 2024. Se pudo acordar un planteamiento similar, de mano de toda la oposición, ya pasadas las elecciones del 2023, trasladando el costo a Morena y no asumiéndolo como propio. 

Es más, la naturaleza de la propuesta habría transitado sin problema alguno, porque es evidente que las necesidades de apoyo militar van a ser las mismas hoy que en algunos meses. Ningún partido plantearía dejar a su suerte a la ciudadanía y menos ante instituciones débiles y policías poco preparadas.  

Por eso es la extrañeza del momento. 

Se puede especular sobre los motivos primarios de Moreno Cárdenas para transitar por semejante aventura, pero las consecuencias políticas empiezan a ser evidentes. El tamaño de la ruptura es la incógnita, porque será difícil reparar el ambiente de confianza y más aún ante la delicadeza que se requerirá en los próximos meses para buscar candidaturas comunes y competitivas.  

Algo es claro, el PRI se acabó de romper y eso también repercutirá en sus aliados. ¿Con quién pactarán y con qué seguridad de cumplimiento de los acuerdos?


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