AHORA VAN SOBRE LOS HOMBRES DE CORBATA Y POLÍTICOS
Ciudad de México, 22 de agosto de 2022. Las inmensas estructuras delictivas que gestionan los carteles no sólo se remiten a sicarios, ejércitos irregulares, mulas y laboratorios que controlan amplios territorios en todos los estados de México. Recurren a profesionales con estudios que crean empresas de todo tipo, de medicina, agropecuarias, cadenas restauranteras, cadenas hoteleras y muchas otras, para “enterrar” allí sus dineros y convertirlos en “capitales legales”. Incluso, algunas de estas compañías pueden llegar a ser rentables.
Muchas de ellas están vinculadas estrechamente con “Los
Cuinis”, el ala del Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) que se
dedica a blanquear ingresos. “Desarrollo Agricultura Verde de Sayula” es el
nombre de una de esas firmas que fueron sancionadas por la OFAC. (Oficina del Departamento del Tesoro de los
Estados Unidos que administra y aplica sanciones económicas y comerciales con
base en la política exterior de los EE. UU). Quienes están detrás de ella
deberían comenzar a preocuparse. Hay más casos.
Entre los años 80 y 90 algo similar intentaron los
hermanos Rodríguez Orejuela, titulares del Cartel de Cali en Colombia.
Crearon “Drogas La Rebaja”, una cadena de farmacias que resultó ser una fuente
inmensa de ganancias y blanqueo no sólo de dinero, sino también de su nivel de
vida y reputación. Sin embargo, la corporación estaba tan emparentada con la
organización delictiva que cuando cayó el mayor de los capos arrastró consigo a
la mayoría de sus negocios. Ahora, la ingeniería profesional en México
intenta disociar la imagen de los líderes narcos con esas empresas,
desconocidas y hasta “fantasma”.
Para la OFAC, que tiene ya varias de esas empresas
entre las sancionadas- esos auditores, abogados y notarios serían “tan
narcos como sus jefes”. Y en las próximas semanas comenzarían a
designarlos como lavadores de dinero proveniente del tráfico de drogas, casi el
mismo estatus que pesa sobre los mandamases. “Son tan cómplices y responsables
como un sicario, un jefe regional o los mismísimos capos”.
Estas compañías, en apariencia legal- y sus asesores no sólo
contribuyen a facilitar dinero a los narcos, sino que actúan como una fachada
para el resto de las familias detrás de los carteles de la droga. Gracias
a la instrumentación legal de esas corporaciones, esposas, hijos, hermanos y
hasta amantes pueden continuar sus vidas sin temor a pagar los costos que deben
enfrentar las caras visibles del comercio de cocaína, heroína y marihuana, por
cuyas cabezas existen recompensas millonarias.
Las autoridades mexicanas conocen las maniobras de estas
empresas, es decir, solapan a los “representantes legales”, pues es obvio que no
podrían delinquir sin algún tipo de aprobación oficial. Sin embargo, prefieren
guardan silencio y mirar para otro lado. En Washington creen que en
muchos casos hay ineptitud, pero que en la mayoría de ellos, existe una complicidad
financiada.
Tras encargarse de abogados, notarios y auditores al
servicio de los narcos, la política podría ser el próximo lugar donde buscarían
las autoridades norteamericanas. Confían en que los hombres de corbata
entiendan más rápido que sería mejor hablar que seguir encubriendo a sus jefes
narcos.
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