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Ciudad de México 20 de noviembre de 2020. Esta columna no
tiene ninguna opinión sobre la gestión de la pandemia en México. Son sólo datos
duros y declaraciones oficiales.
México es el cuarto país del mundo con más muertes por Covid-19,
con un total de 100 mil 104 defunciones (solo por debajo de Estados Unidos,
Brasil e India). Tiene más fallecidos que Italia, Francia, España, Indonesia,
Argentina y China (país donde surgió el virus). En realidad, esa cifra
subestima el número real de muertes por coronavirus en México: en el tablero de
exceso de mortalidad que gestiona la Secretaría de Salud, los datos más
recientes (octubre) indican que llevamos más de 203 mil muertes adicionales a
las que se esperaban a esta altura del año (aunque la medición incluye todas
las causas posibles de muerte, el único nuevo factor es la Covid-19). Es decir,
la situación es cuando menos doblemente peor. Cuando se inició la pandemia el
subsecretario López-Gatell calculó que el número de muertos por coronavirus en
México sería 6,000.
La tasa de letalidad promedio mundial es 2.4%.
Pero México tiene un porcentaje de 9.8. Es el segundo país más alto del mundo,
sólo superado por Yemen (29%), país que lleva cinco años en guerra, donde manda
Al Qaeda y donde la crisis humanitaria ya era grave mucho antes de la
pandemia.
Los datos oficiales también exhiben una marcada diferencia
en las defunciones que ocurren en los hospitales públicos, en comparación con
los privados: en el IMSS la tasa de letalidad es del 45% desde el
inicio de la pandemia, en el ISSSTE es del 30% y en los hospitales de
la Secretaria de Salud, del 25%. En los hospitales privados la cifra es del
10%. Es decir, nada peor para enfrentar al coronavirus que ponerse en manos del
gobierno. En el IMSS es como un volado: si cae sol, vives; si cae águila,
mueres.
El gobierno dice que ha sido exitoso en su manejo de la
pandemia porque no hay hospitales saturados. La política ha sido no
hospitalizar a la gente. ¿Cuál es el resultado? El 80% de los fallecidos por Covid-19 no
llegaron a cuidados intensivos. Y de los que sí llegaron y fueron intubados, el
74% por ciento no sobrevivió.
México también es el país con más muertes de personal de
salud. A inicios de este mes, las autoridades reportaron mil 884 defunciones.
En el mundo, México ocupa el primer lugar en el índice de
positividad: 66.5%.
El 16 de abril, López-Gatell decía que el pico de
contagios llegaría entre el 8 y el 10 de mayo. Para el 29 de mayo reconocía que
no había llegado el pico. El 2 de junio afirmó que los contagios estaban “en su
máximo nivel de intensidad”. El 11 de junio decía que el pico llegaría en la
primera quincena de julio. Para el 29 de septiembre aseguró que el punto máximo
de contagios ocurrió “en la última semana de julio”.
En marzo la Organización Mundial de la Salud recomendó la aplicación de pruebas masivas para la detección de Covid-19. En México el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, consideró que esa idea “partía de una visión completamente fuera de lugar”. Desde entonces y hasta ahora, no quiere hacer pruebas. Eso impide saber cuántos contagios reales hay, y por tanto, impide contener la pandemia. Nuestro país sigue siendo uno de los que menos pruebas aplica en el mundo. En la medición de pruebas totales por cada mil habitantes, México llega a 17. Son menos de las que aplican Pakistán (21), Bolivia (29), Ruanda (44), Namibia (53), Irán (65) y Chile (243). No hay pruebas para la población, pero sí para el presidente López Obrador, quien reveló que cada semana se aplica una: “llevo como unas seis u ocho”, dijo el 19 de octubre. Diez funcionarios del gabinete han dado positivo; para ellos también hay pruebas.
Ante la inminente llegada del coronavirus a México, el 11 de
febrero, el presidente López Obrador dejaba claro que no haría obligatorio el
cubrebocas: “No vamos a cometer el error que se cometió en el gobierno (de
Calderón). ¿Se acuerdan que nos pusieron a todos cubrebocas? No podíamos ni
hablar”. En los siguientes meses el subsecretario de Prevención y Promoción de
la Salud, Hugo López Gatell, dudó de su eficacia: “No sirven para protegernos”
(2 de marzo), “el usar cubrebocas tiene una pobre utilidad, o incluso tiene
nula utilidad” (27 de abril). “No es una medida que garantice que usted no se
va a contagiar” (29 de abril). El 1 de junio la prestigiada revista médica The
Lancet publicó un metanálisis para el cual revisó 172 estudios sobre medidas de
protección contra Covid y confirmó que el cubrebocas sí sirve. Pero mes y medio
después, el 14 de julio, el presidente AMLO dijo: “no es un asunto que esté
científicamente demostrado”.
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