NO VOTAR
Ciudad de México 25 de julio de 2021. El domingo entrante
seguiré los pasos de AMLO, quien el 22 de junio dijo: "Yo no voy a
participar en la consulta ni voy a votar por que se enjuicie a los
presidentes".
La consulta debería ser un ejercicio ciudadano respecto a un
tema relevante que lleve a desatorar una parálisis política. Importa mucho la
corrupción, pero meter a la cárcel a los corruptos, sea o no un expresidente,
es una obligación del gobierno. AMLO fue electo, en buena medida, por el
hartazgo de los descarados actos de corrupción del gobierno anterior.
Hacer respetar la ley es tratar a todos los ciudadanos de
forma pareja, sean aliados o adversarios. No se requiere preguntar a nadie
sobre la necesidad de hacerla cumplir. Consultar si se debe procesar a los
expresidentes vivos (salvo Echeverría), es violar sus derechos humanos como lo
determinó la Suprema Corte, aunque AMLO y sus seguidores aseguran que de eso
trata la consulta.
La pregunta propuesta por la Corte es imprecisa:
"¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes
con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de
esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los
actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las
posibles víctimas?".
De votar, lo haría por el sí. Quiero que sean procesados los
culpables. Pero con la pregunta planteada cada votante estará pensando en algo
distinto. En este momento me parece que lo más apremiante de las decisiones del
pasado es el terrible manejo de la pandemia. Somos el cuarto país en número de
muertos, según los datos oficiales, siendo que somos el décimo en tamaño de
población. Somos el país con más exceso de muertos como porcentaje de los
fallecimientos totales reportados. El país que ha dejado más niños huérfanos de
al menos uno de sus padres.
¿Quién va a hacerse responsable ante los mexicanos por esta
falla monumental en el manejo de la pandemia? Los errores se siguen cometiendo
hoy, acumulando más muertos.
Habrá quienes tengan otras preocupaciones: desde las
privatizaciones de Salinas de Gortari a la compra de trenes de la Línea 12 del
Metro. El sí de la consulta no dirá nada sobre qué ocupa y qué agobia a los
mexicanos.
Aun si se alcanzara el 40 por ciento de la lista nominal de
votantes, que son 37 millones 439 mil mexicanos, lo cual la haría vinculante,
¿qué debería hacer el gobierno en ese caso? Nada que no deba hacer hoy. Si hay
evidencia sobre algún delito del pasado, de este gobierno o de alguno anterior,
tendría que actuar ya. Si quiere hacer una comisión de la verdad, pudo haberla
arrancado desde el 1o. de diciembre del 2018.
El show costará unos 528 millones de pesos. Esto sin contar
con los gastos de la movilización de votantes y la propaganda por varios
lugares del país con todo tipo de material gráfico, lo cual es ilegal. Solo el
INE puede promocionar la consulta. La Fiscalía Especializada para la Atención
de Delitos Electorales debería denunciar a los funcionarios que hagan propaganda
a favor de la consulta.
Es una pena que estrenemos la consulta popular con un ejercicio
absurdo. En Estados Unidos, donde existe sólo a nivel local, es un poderoso
instrumento para modificar políticas cuando el gobierno persigue objetivos
distintos a los de la población. En noviembre del año pasado, mediante este
ejercicio, se legalizó la mariguana para fines lúdicos en los estados de
Arizona, Montana, Nueva Jersey y Dakota del Sur.
El año pasado en Chile se les preguntó a sus ciudadanos si
querían o no una nueva Constitución. Brexit fue el resultado de una consulta.
En ambos casos la pregunta era clara. Se sabía qué debía hacer el gobierno en
caso de sí o de no.
Hoy tendríamos que estar discutiendo tantos otros temas
urgentes, desde el retraso en la vacunación hasta la estrategia de seguridad.
Le sugiero no pierda su tiempo el domingo entrante yendo a votar.
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