BOFETÓN MORENISTA A LA MUJER
Febrero 15 de 2021. En 2017, cuando el grueso
del PRD saltaba a Morena, quedó la duda de si continuaría la
agenda de libertades de conciencia y derechos de las mujeres, pues si bien
Morena se presenta como progresista, su fundador y líder nato no precisamente
lo es, quizá por su visión evangélica (contraria por definición a tales
libertades). Cierto que se ha avanzado en algunos temas, pese a todo, pero hay
otros en los que Amlo muestra gran indiferencia, como lo es la agenda de las
mujeres y su combate a la violencia de género.
El principal logro que presume el presidente es haber
nombrado a mujeres en la mitad de su gabinete, algo simbólico pero ineficaz si
no hay solidaridad y acciones concretas a favor de esos movimientos. El año
pasado, al preguntársele su opinión sobre las protestas de las mujeres ante
la violencia de género, se molestó por desviar con eso temas más
importantes como la rifa del avión presidencial. Eso reflejó su falta de total
empatía hacia las mujeres. Amlo dijo también en ese entonces que las feministas
cayeron bajo manipulación de “los conservadores”.
Con lo cual implícitamente las ubicaba como ingenuas, tontas
y manipulables. Incluso ejemplificó como contraparte a Leona Vicario,
quien contestó enérgicamente a Lucas Alamán al presentarla como
dependiente políticamente de su esposo (Quintana Roo). Fue como decirles a las
mujeres de hoy: “Sean como Leona Vicario que no se dejó manipular del
conservadorismo como ustedes lo están haciendo con los Lucas Alamán del siglo
XXI”. Grave ofensa al movimiento.
Por otra parte, la detención de Mario Marín, ex
gobernador de Puebla, por la violación de derechos de la activista Lydia Cacho
hace catorce años, es un acto de justicia que es bienvenido. Pero le pegó
indirectamente a quien dentro del gabinete de Amlo pretende abanderar la causa
de las mujeres; la secretaría de Gobernación Olga Sánchez Cordero. Siendo
ministra de la Suprema Corte votó contra un fallo para aplicar juicio político
a Marín, minimizando, con otros ministros, la violación de los derechos de
Lydia (algo así como un layinesco “violaron sus derechos, pero poquito”).
Lydia Cacho recordó que Sánchez Cordero “fue parte de
una complicidad desde la Suprema Corte que impidió que casos similares fueran
llevados ante la justicia y se convirtieran en precedentes jurídicos para
México”. Ese hecho era muy poco conocido, por lo cual ahora que se ha
divulgado, su presunta bandera feminista cayó en absoluto descrédito.
Finalmente, el escaso (o nulo) compromiso de Amlo con los
derechos de las mujeres y contra la violencia de género se refleja en la
postulación de Félix Salgado Macedonio como candidato a Guerrero.
Surgieron acusaciones poco conocidas de violación a diversas mujeres. Muchas de
ellas se presentaron cuando ocurrieron, por lo que no pueden descalificarse
como “campaña sucia” a propósito de la actual elección. Más bien, la denuncia
presentada en 2017 no fue desahogada justamente porque Salgado logró, por su
peso político, que se congelara.
Otro caso se cometió mucho antes, por lo que h
a prescrito
jurídicamente, pero eso no implica que el atropello no se hubiera cometido;
debiera tener al menos efectos políticos. Pero no. La Comisión Nacional de
“Honor y Justicia” de Morena desechó el caso porque la víctima denunciante no
es militante de ese partido. Vaya. Importa pues el poder (y probablemente el
pago de favores) más que los derechos de las mujeres.
Muchas de ellas, militantes de Morena, pero congruentes con
sus principios, han protestado mientras que sus correligionarios varones,
políticos y voceros (salvo excepciones) hacen maromas espectaculares para
justificar dicha candidatura, o bien se voltean a otro lado. El partido y el
Líder Supremo por encima de los derechos de las mujeres, como todo un partido
conservador y en absoluto como uno progresista.
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