EL CÁRTEL JALISCO ¡ESPIÓ A LA DEA!
Por: Héctor De Mauleón
Publicado el 25 de junio de 2025.- Hace diez años, el 23 de
junio de 2015, tres suboficiales de la Policía Federal patrullaban la
colonia Santa Fe, en Zapopan, Jalisco. Tres personas, entre ellas un adulto
mayor, solicitaron su ayuda: acababan de ver pasar camionetas con hombres
armados.
Según el reporte de los suboficiales, esos vehículos eran
vistos en la zona de manera recurrente. Los vecinos dijeron que aquellos
hombres eran del Cártel Jalisco y se habían visto involucrados “en
los sucesos de Villa Purificación”.
El 1º de mayo de ese año, precisamente en Villa
Purificación, un helicóptero Cougar de la Armada había sido atacado por un
lanzagranadas RPG7 y por ráfagas de Barret calibre .50. Nueve
elementos murieron. Uno de los tripulantes de la aeronave, el policía
federal Iván Morales Corrales, había sobrevivido con quemaduras en 70% del
cuerpo.
Pasaban de las dos de la tarde cuando los suboficiales
visualizaron las camionetas. El primer vehículo aceleró y logró irse. Pero el
segundo estaba a solo 10 metros de distancia. Era una Jeep Grand Cherokee.
Tenía los cristales abajo. La tripulaban dos personas.
Por medio del altavoz, los federales les ordenaron detenerse y
les cerraron el paso en la esquina de las calles Briseño y Esparta.
De la Grand Cherokee bajó un hombre joven, de tez blanca y con
barba en la parte inferior del mentón. Traía embrazada un arma larga. Exigió
que los dejaran irse: “Somos el Cártel Jalisco”, les dijo.
Los tres suboficiales reaccionaron. Saltaron de la unidad con
las armas en la mano. Según el parte oficial, el joven intentó correr, pero
tropezó. Uno de los federales lo aseguró en el suelo. El otro tripulante de la
camioneta, de alrededor de 35 años, también fue sometido.
El fusil de asalto que el joven traía entre las manos, calibre
5.56, dotado con lanzagranadas, tenía una leyenda: “CJNG 02 JR”. En el
otro costado se leía esta palabra: “Menchito”.
Acababa de caer Rubén Oseguera González, el segundo del Cártel
Jalisco en la línea de mando. Nada menos que el hijo de Rubén Oseguera
Cervantes, conocido como El Mencho.
En la Grand Cherokee había un arsenal: cuatro granadas en el
portavasos, armas largas, cartuchos y cargadores. Una de las pistolas
aseguradas tenía grabada en la empuñadura una planta de mariguana. En la
guantera había varios teléfonos de “rebote” (empleados para comunicarse de
manera indirecta).
El otro hombre era el cuñado del Menchito, Julio Alberto
Castillo Rodríguez.
El Menchito estaba acusado de ordenar el ataque, un mes antes,
contra el Cougar de la Fuerza Aérea Mexicana. En el lugar de los hechos
fue hallado un cargador con las iniciales con que el junior era conocido: JR.
Investigaciones federales lo ubicaban al frente de las células
operativas encargadas de la vigilancia y ejecución de los
adversarios del Cártel Jalisco. Controlaba Zapopan y Guadalajara.
Su grupo se encargaba asimismo de la vigilancia de autoridades, “buscando que
no interfieran o que cooperen con sus actividades ilícitas”.
En su declaración preparatoria dijo tener 25 años, haber
estudiado hasta segundo año de secundaria y ser “hijo de Rubén, pero sin
recordar sus apellidos”. Fue enviado al penal de máxima seguridad del Altiplano
y sentenciado a 20 años de cárcel. Posteriormente se le trasladó al penal
de Puente Grande.
El 26 de julio, exintegrantes del Cártel Jalisco difundieron
un video en el que acusaban al entonces secretario de seguridad Alfonso Durazo
de proteger al Mencho, y en el que anunciaron que estaba a punto de ocurrir la
fuga del Menchito. Aunque López Obrador dijo que Durazo tenía toda su
confianza, y descalificó la versión, Oseguera González fue sacado de madrugada
del penal de Puente Grande y llevado al Cefereso de Villa
Comaltitlán, en Chiapas.
A principios del año siguiente, febrero de 2020, fue
extraditado a una cárcel de Estados Unidos.
Cinco años más tarde, el Narcopríncipe del Cártel
Jalisco fue sentenciado a cadena perpetua más 30 años de prisión.
Dos meses más tarde, Iván Morales Corrales, el agente federal
que diez años atrás había sobrevivido al ataque ocurrido en Villa Purificación,
y que había figurado como testigo en el juicio de El Menchito, fue emboscado y
asesinado, al lado de su esposa, en Temixco, Morelos. El gobierno mexicano no
logró aprehender, ya no digamos a los autores intelectuales: ni siquiera a
quienes fungieron como asesinos materiales.
Este lunes, Matthew W. Allen, un agente especial de la DEA,
jefe de la División en Los Ángeles, California, reveló ante el Senado de
Estados Unidos que durante el juicio de El Menchito, el CJNG realizó
operaciones de espionaje y vigilancia de sus agentes ¡en Washington! y tomó
represalias contra sus informantes: “Dispararon a la mujer y asesinaron a la
hija de un informante colaborador, y mataron a un soldado de la armada
mexicana. A esto nos enfrentamos –dijo–, a un cártel paramilitar con alcance
global dispuesto a matar familias y vigilar a trabajadores estadounidenses en
nuestro propio territorio”.
Es aterradora la expansión silenciosa del Cártel Jalisco. Es
aterrador que, preso desde hace una década, El Menchito siga dejando
muertes tras de sí. Si eso pasa en Washington… ¿qué no estará pasando en
México?
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