AMLO: AÑOS DE ASOMBRO Y TORMENTA
Ciudad de México 2 de diciembre de 2020. No será fácil
escribir esta historia. Porque las contradicciones y lo insólito tienen que ser
parte del relato. Dentro de unos años, los lectores encontrarán inverosímil lo
que nosotros hoy tenemos que aceptar que es cierto.
A ver: ¿alguien podría negar que una y otra vez, Andrés
Manuel López Obrador rebasa nuestra capacidad de asombro? ¿Y que cuando creemos
haberlo visto todo, nos vuelve a sacudir con algo tan inesperado como la
realidad?
Baste recordar su pecado original de la cancelación del
Aeropuerto de Texcoco, sin una sola razón que atendiese a la cordura. Luego el
cierre absurdo de las nueve mil estancias infantiles. El reparto populachero y
electorero de billetes. Y en consecuencia la búsqueda de dinero a costa de
brutales recortes en la burocracia —sector salud incluido— para transferirlo a
los barriles sin fondo como Pemex, Dos Bocas, el Tren Maya y Santa Lucía,
mientras se mueren los niños con cáncer, por falta de medicamentos.
Sus chistoretes sobre la pandemia al extremo de que Don
Tedros, el director de la OMS, nos exige que tomemos en serio al coronavirus
porque “la situación en México es muy preocupante y que los líderes del país
debieran dar el ejemplo”. A lo que el cínico de su vocero ha respondido que lo
mismo les dice a todos y que seguro el mensaje no era para él y menos para el
presidente. La pareja de los López que, después de un millón de contagiados y
100 mil o tal vez 250 mil muertos, se sigue negando al uso del cubrebocas. Una
malentendida postura machista que es a la vez una imperdonable negligencia
criminal, porque el número de víctimas impone récords negros cada día.
Y en este escenario de desastre, otra vez el asombro. En
lugar de un manual para enfrentar la pandemia dentro y fuera de nuestras casas,
al gobierno de la 4T se le ocurre imprimir ¡ocho millones de ejemplares! de una
“Guía Ética para la Transformación de México”, que trae capítulos fundamentales
como: “Del sufrimiento y el placer”; “De la redención”; “De la verdad, la
palabra y la confianza”; y “De los animales, las plantas y las cosas”.
Nada que ver, por supuesto, con las decenas de miles de
pequeñas y medianas empresas que han cerrado a lo largo y ancho de todo el
país; ni con minucias como los millones de desempleados y nuevos pobres. Se
trata, en cambio, de parte de la campaña electoral que no ha cesado en 18 años
y que se ha intensificado en estos dos de gobierno, en que el presidente es
candidato en el 2021 a mantener su mayoría en la Cámara de Diputados, donde se
decide el presupuesto y el control férreo de la nación. A propósito, con un
gobierno unipersonal y un gabinete inexistente en el que salvo dos excepciones,
todos contestan “la que usted quiera, señor presidente”, cuando él pregunta la
hora.
Un asombro final: que pese a todo esto y lo que usted
quiera
añadir como los 70 mil homicidios anuales, la militarización del país, la
liberación de Ovidio y el saludo respetuosísimo a la mamá del Chapo, el
presidente Andrés Manuel López Obrador sigue manteniendo más del 60 por ciento
de aceptación popular y 34 por ciento de rechazo a decir de las encuestadoras.
Una verdadera hazaña política y mediática con mañaneras
incluidas, si tomamos en cuenta la cauda de decisiones que tienen a México al
borde del colapso sanitario, económico y social.
Así que la pregunta es obligada: ¿Cuánto tiempo más le
durará el atole a este asombroso encantador de serpientes?
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