EL PRESIDENTE SORDO Y EL PAÍS ENSANGRENTADO
Por: Salvador García Soto
El hecho que debiera conmocionar a toda la nación
lamentablemente no será importante para un sector de la sociedad que, a fuerza
de ver y oír todos los días de masacres, balaceras, desapariciones, secuestros,
fosas clandestinas y aparición de cuerpos desmembrados en los lugares más
insólitos, se ha acostumbrado a normalizar la violencia y que, con una total
falta de empatía y solidaridad con las víctimas del narcotráfico y con sus
familias, terminará diciendo: “Pues seguro esos muchachos andaban en malos
pasos” o “Algo hicieron para que los mataran de esa manera”.
Y tratándose de la sociedad podría entenderse, aunque no
justificarse, la falta de interés y de sensibilidad y solidaridad ante
asesinatos tan crueles e inhumanos como los que, tristemente ocurren casi a diario
durante los últimos 17 años en varios estados de la República; pero cuando se
trata de las autoridades, sean estatales, municipales y federales, que se
muestran insensibles e indolentes ante la tragedia que representa la muerte de
cinco jóvenes, cuyas edades fluctuaban entre los 19 y los 21 años de edad,
la actitud de esos gobernantes y servidores públicos termina siendo no
sólo vergonzosa, inhumana y cruel, sino que raya en la negligencia criminal y
el incumplimiento de su responsabilidad primaria y fundamental: la defensa de
la seguridad, la integridad y la vida de cualquier ciudadano.
Por eso es tan penoso, triste e incomprensible lo que hizo
ayer el presidente López Obrador, en el caso de estos cinco jóvenes
desaparecidos y asesinados cruelmente en el municipio de Lagos de Moreno. Para
López Obrador, el momento en el que los reporteros que cubren su mañanera le
pidieron a gritos que les diera una opinión sobre el caso de estos jóvenes,
antes de que concluyera su conferencia, pasará a ser uno de los momentos más
vergonzosos de su sexenio. Porque en vez de contestar o simplemente decir que
no haría comentarios en un caso que está conmocionando por su nivel de crueldad
y violencia, el presidente de todos los mexicanos se hizo el que no escuchaba y
terminó contando un chiste sobre personas sordas, para luego retirarse
sonriendo y sin responder sobre la desaparición y muerte de los cinco jóvenes
laguenses.
¿No le merecen al mandatario nacional, como responsable de
la seguridad federal y del combate a la violencia del narcotráfico, al menos
unas palabras, condolencias o algún tipo de mensaje a los familiares de esos
jóvenes ante el horror y la crueldad con el que habrían sido primero
desaparecidos y luego asesinados? Es claro que, al tratarse de una acción
claramente de la delincuencia organizada y muy probablemente del Cártel Jalisco
Nueva Generación, que domina y controla Lagos de Moreno y toda la zona de Los
Altos de Jalisco, hay competencia federal, más allá de que las investigaciones
las esté realizando en este momento la Fiscalía jalisciense. ¿Y entonces? ¿Por
qué ignora el tema el presidente y encima se burla del dolor de las familias
haciendo un chiste en lugar de encarar el tema y asumir su papel de jefe de
Estado?
Porque hasta ahora, la Fiscalía General de la República, con
su fiscal siempre ausente, Alejandro Gertz Manero, ni siquiera se ha
pronunciado sobre el múltiple asesinato brutal y sobre su responsabilidad en el
delito federal del narcotráfico como la parte ejecutora de un secuestro y un crimen
tan atroz e inhumano en contra de esos jóvenes. Ayer el gobernador de Jalisco,
Enrique Alfaro, se refirió en sus redes sociales al silencio negligente de las
autoridades federales que ni siquiera se han acercado a ofrecer ayuda a su
gobierno en las investigaciones de este caso: “Aunque estamos ante un hecho
evidentemente vinculado a la delincuencia organizada, que es un asunto de
competencia federal, nosotros vamos a seguir haciendo lo que nos toca. Espero
que la Fiscalía General de la República y el Gobierno federal hagan lo propio
ante un hecho que ha lastimado profundamente a Jalisco”.
Lamentamos informarle al gobernador y a todos los laguenses,
jaliscienses y mexicanos, que en la FGR no están interesados en investigar
crímenes tan atroces de los narcotraficantes y criminales, porque están
ocupados en las investigaciones políticas contra opositores y personajes
corruptos a los que nomás no pueden terminar de procesar –eso cuando no se
dedican a atender las venganzas personales del fiscal—mientras que el
presidente López Obrador perdió la audición y ya no escucha, y al parecer
tampoco ve la violencia criminal que está ensangrentando al país.
Quién iba a decir que Andrés Manuel, que tanto odiaba a su
némesis Carlos Salinas de Gortari, terminaría igual que él aplicando la misma
frase de “ni los veo ni los oigo”, con que Salinas ignoraba a la oposición,
pero López Obrador ignora, se burla y revictimiza a cientos de miles de
mexicanos que están siendo asesinados de la manera más cruel y salvaje por sus
respetados amigos del crimen organizado.
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