MORENA SOBREVIVE A LA SEMANA EN CONGRESO CON CRISIS ENCIMA
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Dos anécdotas, por decirlo de manera simple, dominaron la
crónica parlamentaria. En el Senado las dos votaciones para otorgar licencia a Manuel Velasco y poder regresar a Chiapas como
gobernador sustituto; mientras que la tribuna de los diputados fue el escenario
para un “show legislativo” de Gerardo Fernández Noroña contra Porfirio
Muñoz Ledo, presidente de la
Mesa Directiva. ¿Alguien recuerda otros temas de fondo entre
los legisladores?
Lo que ocurrió en el Senado con la doble votación pone de
manifiesto que muchos de los legisladores en Morena asumieron la consigna de “tener
conciencia crítica y ser independientes, no aplicar el mayoriteo”; el
resultado fue ese momento inédito de negar una licencia que representa el
exceso político que tanto se criticó en las legislaturas de mayoría priista.
Pero entonces tuvo que llegar el liderazgo y la experiencia de
Ricardo Monreal para “recomponer” el barco y de ahí obtener una negociación
política de mayor alcance.
Lo que también se desprende es que bancadas tan amplias, sin
los controles suficientes, no son “monolíticas”; más aún si se conformaron no
solo de cuadros propios, sino de expriistas, expanistas, integrantes
de organismos de la sociedad civil, etcétera. Si no hay las compensaciones
suficientes, por más “mayoría” nominal que exista podríamos ver casos de “votos
en conciencia” en sentido contrario.
De ahí es que tenemos que conectarnos con lo que pasó en la Cámara
de Diputados. La primera actitud que se criticó de los nuevos inquilinos de San
Lázaro fue la consigna de “es un honor estar con López Obrador” en la sesión
de instalación; para columnistas y expertos peor que la falta de experiencia puede ser
la soberbia y el hambre de poder acumulados por los años de lucha.
Priistas como Dulce María Sauri Riancho advirtieron
que los nuevos legisladores “siguen comportándose como se comportaban cuando
eran una oposición muy pequeña y
necesitaban la estridencia para hacerse notar, para poder participar”.
Gerardo Fernández Noroña fue el
prototipo de la estridencia y de la falta de conciencia de su nuevo papel;
instalado en “opositor radical” empañó el arranque de una Legislatura
que no podría tener “capitán” más experimentado en Porfirio Muñoz Ledo; y quien
junto con Martí Batres entendieron que la transición sexenal pasa por
las actitudes institucionales. El acercamiento de estas horas entre los
personajes revela que se privilegiará el avanzar en la agenda legislativa marcada
por el propio Andrés Manuel López Obrador.
Como si no tuviera suficientes retos enfrente, el actual
Congreso debe evitar el costo que pagó México cuando llegó el
PAN con la misma actitud en el año 2000; la inmovilización política, el
proceso de aprendizaje y la falta de coordinación son lujos que ni las
bancadas, ni el país pueden darse. Para los más escépticos ese es otro riesgo:
controlar el trabajo legislativo y la gobernabilidad del
país, le puede dar a Morena una hegemonía que antes tuvo el partido tricolor.
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